Se le aplicó al segundo violador del Eixample antes de salir en libertad y se le negó en cambio al de Berneda. Es un tratamiento con fármacos que reduce los niveles de testosterona. Pero su efectividad es relativa porque lo que impulsa a violar no es un componente solo físico. Según los especialistas obedece a pautas psicológicas que hay que corregir.
Tampoco las asociaciones de víctimas lo ven como una solución. "Una castración química para nosotros no soluciona nada", sostiene la psicóloga Marián Marcos.
Para ellas solo la privación de libertad, la prisión permanente revisable es una garantía. Recuerdan que son muchos los que, una vez en libertad, vuelven a violar.