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El volcán Cumbre Vieja de La Palma lleva desde el pasado lunes sin señal de tremor. No emite lava ni dióxido de azufre. La Palma ha amanecido este viernes por cuarto día consecutivo sin rastro en su subsuelo de tremor volcánico, la vibración característica que provoca el magma cuando asciende desde el manto hacia la superficie, según muestran los indicadores que publica el Instituto Geográfico Nacional (IGN).

La señal de tremor desapareció a las 21.00 horas del lunes, cuando los datos que recogen sobre ella las redes sísmicas de la isla se desplomaron a niveles que los científicos consideran ya "ruido de fondo", tras casi tres meses de erupción en Cumbre Vieja.

La señal RSAM (amplitud del tremor medida en una estación sísmica cercana a la erupción) que publica el servicio de vigilancia volcánica del IGN en su web, seguía a las 7.30 horas de este viernes en los mismos valores que presentaba el martes por la mañana.

Pequeños terremotos

Esta madrugada la red sísmica de la isla ha detectado 23 pequeños terremotos, 19 de ellos con magnitud por debajo de 2, y los otros cuatro con valores entre 2,1 y 2,4. Ninguno ha sido sentido.

Una parte de esos seísmos tuvieron foco a profundidades relativamente grandes, entre 41 y 36 kilómetros bajo la superficie, y la otra a niveles medios, entre 7 y 16 kilómetros.

El comité científico que sigue esta emergencia reiteró en su último informe, del jueves, que todos los indicadores disponibles apuntan a que la erupción se está agotando o ya se ha agotado, pero se han marcado un plazo de seguridad de diez días sin actividad para poder darla por terminada. Ese plazo se cumple el día de Navidad.

Gases volcánicos tóxicos

En estos momentos, la emisión visible de gases volcánicos es puntual y esporádica y está concentrada en los centros eruptivos y los jameos (hundimientos) de los tubos volcánicos, recoge la Dirección de Seguridad Nacional en su informe de este viernes.

Esta es la parte de la erupción, o de sus consecuencias, que sigue generando problemas: en Los Llanos de Aridane se han detectado en el aire niveles altos de partículas en suspensión y en las zonas que aún se mantienen bajo exclusión se han encontrado algunas emisiones de gases tóxicos, como monóxido de carbono (CO).