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El Palacio de Cristal del Parque de Retiro tiene desde esta semana, un nuevo edificio dentro, una gran estructura de cartón de varios metros de altura que se erige como la pieza central de la nueva propuesta del portugués Carlos Bunga para el Museo Reina Sofía.

La exposición, titulada "Contra la extravagancia del deseo", permanecerá en el espacio hasta septiembre de este año y es la intervención de mayor magnitud del artista hasta el momento en España.

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"Es un grito de resistencia contra el poder", ha dicho el creador, que ha diseñado el edificio con guiños a la historia del Palacio de Cristal y a su propia historia vital.

La madre de Bunga se vio obligada a salir de Angola, su país natal, embarazada de él, con motivo de la Guerra de Independencia de Angola. Llegó a Portugal, y allí les asignaron una vivienda hecha con materiales perecederos, que al poco tuvo que ser derruida.

"Quiero hacer un homenaje a mi madre y a gente que, como ella, tuvieron que abandonar su país", ha señalado.

Junto a la estructura, ha colocado la estatua de un niño. Su cabeza ha sido sustituida por una maqueta de aquella casita de su infancia y que mira por la ventana en dirección a la Cañada Real, el asentamiento ilegal más grande de Europa, que se encuentra a varios kilómetros de distancia a las afueras de la capital, y donde cientos de familias viven en chabolas sin luz ni agua.

"Este palacio es real, pero la Cañada Real también lo es -asevera-; todo el detritus de la ciudad de Madrid es depositado allí. La gente no quiere ir, no quieren verlo".

El artista, que se considera un nómada, ha hecho una gran investigación sobre el Palacio de Cristal, que fue erigido en 1887 con motivo de la Exposición General de las Islas Filipinas. Se trata de una estructura de metal y cristal, que, como la de Bunga, fue fácil y rápida de construir.

Bunga trabaja habitualmente con cartón, cinta de embalar y pintura para realizar estructuras efímeras. La que ha inaugurado en el Palacio de Cristal parece una catedral y está pintada en blanco, en clara sintonía con el edifico que la acoge.

Para construirla no ha usado planos, su proceso de creación está más cerca del de los animales que construyen sus casas que con el de un arquitecto.

Los visitantes pueden pasear por su imponente pasillo interior, y los espacios generados por sus columnas cambian de tonalidad según la luz del sol.