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Enrique Ponce, el torero de Chiva, ha cerrado una era con su última tarde de gloria en los ruedos españoles, despidiéndose en la plaza de toros de Valencia, su tierra natal. En una emotiva faena, el maestro cortó tres orejas, rodeado de su gente y vestido de blanco y plata, igual que en su debut como novillero en 1988.

Ponce, un verdadero niño prodigio del toreo, se enfrentó por primera vez a una becerra a los 8 años. Tomó la alternativa en 1990 en Valencia, con Litri como testigo y Joselito de padrino. Sin embargo, su consagración llegó en 1996, en Las Ventas de Madrid, ante el toro "Lironcito", una tarde que marcaría su carrera.

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A lo largo de su trayectoria, Ponce ha mantenido una relación especial con la afición de Bilbao y con la Monumental de México, plazas donde siempre ha sentido el respeto y la admiración del público.

Su carrera, una de las más longevas en la historia del toreo, llega ahora a su fin. Con su adiós, se despide un torero de época, dejando una huella imborrable en el mundo taurino.