Vídeo: MERCEDES HERMIDA | Foto:Telemadrid
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En tiempos de pandemia, las lavanderías industriales han demostrado lo importante que es su labor. En el Centro Especial de Empleo de Ciempozuelos lavan diariamente cinco toneladas de ropa procedentes de los hospitales de la orden San Juan de Dios.

La plantilla está formada por medio centenar de personas con algún tipo de discapacidad física, sensorial o intelectual reconocida de más del 33%.

Para muchos de ellos suponía una barrera para encontrar trabajo, pero la lavandería ha acabado con ella. “Los horarios, las jornadas y las tareas se adaptan a sus capacidades”, asegura Maite Albo, coordinadora del centro.

“Con Covid o sin él, la ropa tiene que salir limpia, nuestros pacientes son lo más importante”

Trabajan en la zona “sucia” donde clasifican la ropa por colores y tipo de suciedad. La ropa de cama y toallas pasan por un túnel de lavado que controla Antonio. Lleva varios años en el centro y defiende orgulloso su trabajo: “Con Covid o sin él, la ropa tiene que salir limpia, nuestros pacientes son lo más importante”.

Aunque no han parado ni un día su actividad, la Covid-19 ha marcado sus rutinas. Las bolsas amarillas identifican la ropa que puede estar contaminada y que recibe un tratamiento especial. En la nave se quedan solo los trabajadores equipados con equipos de protección individual. Después desinfectan la nave y sus ropas. Al otro lado, en la zona “limpia” se secan, planchan, doblan y clasifican las prendas. Cada centro hospitalario está marcado con un color.

Un trabajo minucioso en el que participa Ángeles. Lleva cinco años en Ciempozuelos y admite que está encantada con su labor. En una hora, 600 camisas están planchadas y listas para ser llevadas a sus propietarios. Aunque parte del trabajo es mecánico, el doblado y la clasificación de la ropa ha de hacerse prenda por prenda.

Una oportunidad de empleo que demuestra que la discapacidad no tiene por qué cerrar puertas.