El presidente de Brasil, Lula da Silva retoma el control de un país que sigue convulsionado por el asalto a las instituciones por parte de partidarios radicales de Bolsonaro. Hay ya cerca de1.500 detenidos a los que, según el presidente brasileño, se les aplicará mano dura por lo que considera actos terroristas y golpistas.
Ahora se han alzado voces que exigen castigo para los participantes y para el expresidente Bolsonaro, al que acusan de incitar la violencia.
La intentona golpista perpetrada por miles de bolsonaristas radicales agrava la profunda fractura social en Brasil y complica los planes del presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, para pacificar el país durante su recién estrenado mandato.
Da silva ha ordenado retirar los autobuses que trasladaron a los asaltantes, desalojar el campamento Pro-Bolsonaro y detener a 1.200 personas.
Bolsonaro se ha desvinculado de la actuación de sus seguidores y ha colgado en twitter una foto de su ingreso hospitalario en EEUU por un dolor abdominal. En Estados Unidos crece la presión de los demócratas para que le expulsen del pais.