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Cuatro días después del terremoto en Marruecos los equipos de salvamento trabajan contrarreloj para tratar de salvar a los supervivientes bajo los escombros. La situación es de caos total. A los miles de fallecidos, casi 3.000, se suman las familias que se han quedado sin casa, sin escuelas y sin hospital.

Los equipos españoles, británicos y cataríes trabajan en las áreas de Asni y Commune Anougal, designadas para el rescate, unas de las más afectadas. Este martes, los efectivos desplazados por Bomberos Unidos sin Fronteras (BUSF) descartan casi al 100% poder encontrar a alguien con vida bajo los escombros cuatro días después del siniestro.

En declaraciones a EFE, el presidente de BUSF en Huelva, Antonio Nogales, que se encuentra en la zona, ha señalado que se espera que este martes prosigan con las tareas iniciadas ayer de apoyo al ejército en distintos puntos para descartar la existencia de supervivientes antes de meter maquinaria pesada.

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"A partir de ahora empiezan ya otro tipo de riesgos con el tema de las epidemias por la descomposición, además, quieren enterrar a sus seres queridos, por eso quieren meter maquinaria pesada para agilizarlo todo", ha apuntado Nogales.

Esperan que continuar de las labores de rescate, aunque "ya las posibilidades de que haya personas vivas casi se descartan", ha precisado.

Mientras, en las zonas más afectadas por el terremoto, como Imin Tala, se vive un verdadero infierno rescatando los cuerpos de amigos y familiares, y enterrándolos, los que tienen la suerte de encontrarlo.

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"Aquella noche no había nadie para ayudarnos. Mucha gente gritaba, tuve mucha suerte de salir de mi casa. Me salía sangre de la cabeza. Intenté ayudar a mis vecinos que gritaban, intenté cavar con mis propias manos, pero no pude. Fue muy duro", dice uno de los supervivientes.

70 de sus amigos han muerto. La angustia y le preocupación se apodera de los pocos habitantes que quedan en este pueblo, mientras prosiguen las labores de rescate. Hay que mantenerse fuertes, pero es muy difícil.

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“A menudo derramamos una lágrima cuando le damos malas noticias a la gente. Pero, ya sabes, esto es lo que hacemos. Estamos entrenados para hacerlo. Necesitan que seamos fuertes”, dice un grupo de rescatistas del Reino Unido, dirigido por Jim Chaston.

Tienen mucho miedo por las réplicas que se suceden y la población se siente desamparada. El Rey Mohamed VI todavía no ha ido a las zonas afectadas mientras que la cifra de fallecidos crece. Pero aún así no pierden la esperanza de encontrar todavía personas vivas entre los escombros.