Cumpliendo con una tradición tan navideña como el turrón, Raphael ha vuelto a casa a pocos días de la Nochebuena para cerrar el año y su enésima gira mundial, esta vez con formato sinfónico para engrandecer aún más la ampulosidad de sus joyas y convertirlas casi en una película con él como gran estrella.
Anoche con todas las entradas vendidas actuó en el WiZink Center ante más de 20.000 personas. Esta noche repetirá con la presencia puntual al frente de la Orquesta Sinfónica de Málaga de Lucas Vidal.
Anoche han sido 150 minutos de concierto ininterrumpido que ha empezado a sonar poco después de las 9 buceando en su más reciente álbum de canciones inéditas, "Infinitos bailes", del que han sonado el tema titular, un "Loco (por cantar)" que ya tiene las trazas de clásico y un "Aunque a veces duela" empujado por una manada de elefantes con forma de instrumentos de viento.
Despojado a estas alturas de su chaqué negro con tachuelas, el pecho descubierto, los arreglos electrónicos se han hecho presentes a codazos en "Inmensidad", aliados con una moderna yuxtaposición en las pantallas de rápidos planos de su dramática interpretación que le han proporcionado el primer gran aplauso de la noche.
En "No vuelvas" se ha notado especialmente el toque de Vidal con las BSO al convertir este corte en una huida cinematográfica con nocturnidad y a 200 kilómetros por hora, mientras "Digan lo que digan" ha trasladado en sus momentos álgidos a una escena de acción de "Misión imposible"... con un pie en la pista de baile.
En esa onda ha seguido una espectacular "Mi gran noche", sumergida en un paseo bajo las luces fulgurantes de la gran ciudad y coloreada por unas proyecciones vibrantes que han sido constantes a lo largo de la velada.
Como breve interludio y como para demostrar su vigencia, en tiempos de exaltación de la sensibilidad ha rescatado la delicada "Los hombres lloran también", un tema con más de 50 años de su primer álbum, "Raphael" (1965).
Raphael también ha abundado en el "remake", aunque desde una óptica más ortodoxa y minimalista, a través de clásicos como los tangos "Volver" de Carlos Gardel y "Malena" de Lucio Demare, acompañados apenas del bandoneón, o el "Gracias a la vida" de Violeta Parra y el vals peruano "Que nadie sepa mi sufrir", a solas con la guitarra.
"Esto no estaba en el concierto pero me parece oportuno", ha dicho al afrontar "Ven a mi casa esta Navidad" de Luis Aguilé, en un repertorio en el que minutos antes y para regocijo del público ha recuperado asimismo "El tamborilero" y un "Estar enamorado" que, como salpicado de polvo de estrellas, se ha convertido en un coro festivo.
Rondaban las dos horas de concierto cuando la épica "En carne viva" ha anunciado la gran escena final con un clímax que ha puesto al público en pie y que ha continuado con "Ámame" y un "Qué sabe nadie" con apuntes de sintetizador.
Ha sido entonces cuando Vidal ha asumido la batuta del concierto para ponerse al frente de una epopeya cósmica llamada "Yo soy aquel", sencillamente apabullante en su renovado desarrollo instrumental y narrativo, una victoria certificada con "Escándalo" y, ya en los títulos de crédito, con un "Como yo te amo" que ha dejado a Raphael con lágrimas en los ojos y a sus seguidores con ganas de repetir la película.