Rubén, David, Javier e Stefko, las víctimas mortales de la explosión en la calle Toledo
Un sacerdote, un electricista, un albañil y un vecino de Fuenlabrada fallecieron en el suceso que conmocionó Madrid este 20 de enero.
La revisión de una caldera parece ser el origen del suceso.
La explosión, presuntamente por un escape de gas, en el número 98 de la calle Toledo ha dejado cuatro víctimas mortales y una decena de heridos de diversa consideración en uno de los sucesos que más han conmocionado Madrid en los últimos años. Un sacerdote, un feligrés electricista, un albañil y un vecino de Fuenlabrada perdieron la vida este 20 de enero a primera hora de la tarde.
Rubén Pérez de Ayala ha sido la última víctima mortal de la explosión. El sacerdote, de 36 años, resultó herido de gravedad y fue ingresado en el Hospital de La Paz, pero falleció durante la madrugada de este jueves. Tenía quemaduras de carácter grave.
Rubén fue ordenado sacerdote por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, el pasado mes de junio tras formarse en el seminario de Madrid. La parroquia Virgen de la Paloma era el primer destino como sacerdote y pudo celebrar su primera misa en el mismo mes de junio de 2020.
En el momento de la explosión se encontraba junto al feligrés David Santos Muñoz revisando el estado de la caldera de gas del edificio, que llevaba un tiempo funcionando mal.
David Santos, de 35 años, era padre de cuatro hijos y miembro de la comunidad del Camino Neocatecumenal. Había acudido a petición de los sacerdotes a revisar la caldera, que funcionaba mal desde hace días, según ha informado un portavoz de esa comunidad y ha confirmado el Arzobispado. Durante horas se le dio por desaparecido.
Desde su entorno familiar se especifica que David fue electricista y desde hace más de 3 años trabajaba como personal de mantenimiento de Metro de Madrid y en el Hospital de Móstoles, pero no era especialista en el manejo de calderas, por lo que se duda que realmente estuviera revisando la misma.
Las otras dos víctimas fallecieron en la calle por la onda expansiva y por la caída de escombros. Uno de ellos, Javier, era albañil, tenía 45 años y era natural de la localidad toledana de Almoradiel. Tenía dos hijos. En el momento de la explosión realizaba unas obras en el edificio de enfrente.
La última víctima mortal es Stefko Ivanov Kochev, natural de Bulgaria y vecino en la actualidad de Fuenlabrada. Tenía 46 años. Se encontraba en el despacho de Cáritas de la planta baja del edificio.
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