Pensaron que habían encontrado un Picasso desaparecido en el llamado robo del siglo, pero era solo una estrategia publicitaria para ir al teatro. Un tremendo enredo que ha puesto al descubierto las debilidades del mercado del arte.
La compañía belga Berlín, en su nueva obra teatral llamada Copia Auténtica, habla de un falsificador de obras de arte. Para promocionarse decidieron ir a un bosque en Rumanía y enterrar una copia del cuadro Cabeza de Arlequín.
Enviaron después cartas anónimas indicando dónde estaba y como recuperarla. Una escritora rumana junto con un periodista holandés viajaron al sitio y encontraron la pintura en un bosque y la entregaron a la fiscalía de Bucarest, que llegó a anunciar el hallazgo.
Pero era todo mentira, solo una copia. El Picasso real, junto con otros 6 cuadros, de Monet o Matisse, fue robado en 2012 de este museo en Róterdam. Un robo de 3 minutos que avergonzó a Holanda porque los ladrones fueron grabados en el lugar, pero los guardas no llegaron a tiempo.
Valoradas en 18 millones de euros, tanto la cabeza de Arlequin como el resto de las obras, las de verdad, siguen perdidas desde hace más de 6 años y aunque la compañía de teatro ha pedido perdón, su objetivo publicitario está más que conseguido.