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Ya se sabe. Nunca llueve a gusto de todos. Mientras miles de visitantes disfrutan a tope en las fiestas del Orgullo, a otros se les pasa por la cabeza incluso emigrar de su domicilio durante unos días. Vecinos de Chueca se quejan de que el derecho a celebrar se imponga al derecho a descansar.

Es el caso de Carmen, de Julia o Isabel. Vecinas de toda la vida que sufren un importante aumento de los decibelios desde el sofá de su casa, casi como si estuvieran en el mismo escenario de los conciertos. Viven en las calles más bulliciosas del barrio, el epicentro de esta fiesta que congrega a miles de visitantes.

La Asociación de vecinos de Chueca ya ha denunciado en varias ocasiones la pasividad de la policía municipal en el control del ruido durante Orgullo. Dicen que no les hacen caso.

El Ayuntamiento confirma que efectivamente se superan los límites de ruido en virtud de un protocolo especial aprobado por el gobierno anterior que no han tenido tiempo de cambiar. Hasta que eso ocurra, estas vecinas seguirán aguantando.