Vídeo: REDACCIÓN | Foto:Telemadrid
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De pie, con el agua hasta las rodillas, rodeados de basura y mostrando las visas que les permitan abandonar Kabul. Es la imagen de la devastación que se vive en los alrededores del aeropuerto de la capital afgana. Largas colas de afganos apiñados que esperan conseguir un asiento en un avión para huir del horror. Cientos de personas desesperadas tratan de saltar las barreras de hormigón para acceder al interior y escapar lejos de Afganistán mientras las fuerzas de seguridad se lo impiden.

Por ahora han sido evacuadas 70.000 personas pero quedan muchas más y Estados Unidos no se muestra partidario de prolongar esta operación más allá del día 31 de agosto, por miedo a un ataque terrorista.

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Los talibanes se muestran inflexibles. Piden a los ciudadanos de Kabul que no abandonen el país a la vez que los controles se intensifican y su actitud se vuelve cada vez más violenta. Han pedido a sus funcionarios que vuelvan a sus puestos de trabajo y a las mujeres que se queden en sus casa. Y han prohibido a sus nacionales acceder al aeropuerto, "al no poder garantizar su seguridad", sólo permiten el accesos a los extranjeros. Insisten en que la evacuación debe terminar el último día del mes de agosto y aseguran que permitirán vuelos comerciales tras el fin de la evacuación.

A pesar de las presiones de sus socios del G-T el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. se muestra reacio a prorrogar la evacuación más allá del 31 de agosto “por la amenaza creciente de un ataque terrorista.

Las organizaciones humanitarias ya piensan en el día después cuando el foco mediático se diluya y quede el drama humanitario. Save de Children pide cautela.