Vídeo: EFE | Foto:Telemadrid
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El Canal de Isabel II ha declarado la guerra a las toallitas, que colapsan sus depuradoras junto a otros desperdicios que nunca deben ser arrojados al inodoro, como las colillas, los artículos de higiene femenina, los preservativos o los bastoncillos, hasta un total de 34.000 toneladas de residuos sólidos. “Nos enfrentamos a un problema muy serio, confundimos el inodoro con una papelera”, ha advertido este lunes el director del Departamento de Depuraciones del Canal de Isabel II, Miguel Ángel Gálvez, en la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de Arroyo Culebro, en la carretera de Pinto a Fuenlabrada.

La sociedad gasta "entre 4 y 6 euros por habitante al año" en la retirada de estos residuos, lo que en una depuradora como esa supone un gasto anual de entre 4 y 6 millones de euros, ha dicho Gálvez en una visita por la depuradora con motivo del Día Mundial del Retrete, que se celebra este martes.

Durante el año pasado, el Canal retiró de sus depuradoras un total de 34.000 toneladas de residuos sólidos y prevé haber retirado hasta 29.000 al final de 2019. Y es que cada habitante en España arroja al inodoro una media de 10 kilos de estos desperdicios, entre los que se incluyen medicinas o productos químicos, que terminan saliendo por las depuradoras

Estas cifras dan idea del trabajo que supone para los operarios de una planta como esta, que da servicio a un millón de habitantes de Parla, Fuenlabrada, Leganés y Humanes, y recibe 2.500 metros cúbicos de aguas sucias por hora, explicó Gálvez.

El proceso de retirada de ese detritus tiene su primer paso con el uso de una gran cuchara elevadora que retira toda la basura que se acumula en el fondo del depósito por el que van entrando las aguas, que se elevan después con unas bombas que corren a menudo el riesgo de atascarse por la cantidad de toallitas y desechos acumulados.

“Siempre digo que al inodoro hay que tirar las tres pes: pipí, popó y papel higiénico”, ha bromeado el presidente de la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamientos (AEAS), Fernando Morcillo, explicando el funcionamiento de los peines que vuelven a filtrar el agua de la basura arrojada al retrete. Gálvez ha explicado que toda esa cantidad de residuos, hasta 5 toneladas cada dos días en la EDAR de Arroyo Culebro, la cuarta más grande de la Comunidad de Madrid, termina en un vertedero común.

“Es por eso que cuando tiramos al retrete una toallita, estamos alargando su recorrido hasta el vertedero”, ha remarcado Gálvez, advirtiendo de los atascos que pueden producir las toallitas en las tuberías que recorren las viviendas desde las que salen en dirección a las depuradoras.

De ahí la insistencia en que las toallitas húmedas no se arrojen al inodoro, porque "casi ninguna alcanza la condición de biodegradable", según Morcillo. En 2015 se aprobó una norma técnica UNE que fija los tres elementos técnicos en la composición de los artículos de aseo personal: no deben contener fibra de plástico, deben ser desagregables –es decir, se deben poder separar las hebras para que no generen madejas– y biodegradables, bien etiquetadas siempre en verde o en rojo.

Esta campaña subraya las complicaciones que generan este tipo de productos en los sistemas de saneamiento: “uno es el económico, aunque ese no es el más importante, sino que lo es el medioambiental”, porque los atascos pueden provocar los vertidos directos de las aguas sucias a los cauces de los ríos, explicó.

Se trata también de proteger a los empleados que trabajan en este tipo de instalaciones, garantizando su seguridad y su salud en el trabajo.