Los copistas del Museo del Prado, una tradición bicentenaria
En su apertura el Museo del Prado solo permitía la entrada 1 vez a la semana, los demás eran para que los copistas entraran a aprender.
Si visitáis el Museo del Prado esta semana podréis encontrar a personas instaladas junto a los cuadros con un caballete y pintando, ellos y ellas son los copistas.
Los copistas son una tradición desde que el Museo del Prado abrió sus puertas hace 200 años, la mayoría son estudiantes y profesionales que piden permiso para aprender de los grandes maestros.
Historias como la de Carmen, quién lleva acudiendo al Prado a pintar desde que su padre le inculcase esta pasión por el arte y las copias. Como decía Cezanne "copiar para ver mejor".
En sus inicios, el Museo del Prado solo abría 1 vez a la semana, el resto de los días solo tenían permitida la entrada los copistas. Solo puede haber 19 copistas a la vez en diferentes salas y deben presentar su currículum y una carta de recomendación del centro universitario al que pertenezcan.
Las copias deben ser 5 cm mayor o menor que la pieza original. Los autores más reclamados son Goya, Murillo o Velázquez, aunque hay obras que no se permite su copia, por ejemplo, 'Las Meninas', las dos majas, 'El Jardín de las delicias' o el único cuadro de Rembrandt que hay en el Museo.
El permiso para ser copista cuesta 30 euros anuales.
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