La depresión es la enfermedad del siglo XXI y no tiene edad. Dos de cada cien niños y hasta el 8% de los adolescentes la sufren y si no se trata a tiempo, puede complicarse en la edad adulta.
Detectar síntomas y pedir ayuda es fundamental. Si notas a tu hijo triste, apático, muy irritable o enfadado, y si no es algo puntual, sino que se prolonga en el tiempo, es probable que sea una depresión.
Se define como una sensación de vacio, de angustia y de tristeza interior. Muchos pacientes la describen como algo parecido a un agujero negro en el estómago.
Se puede empezar a padecer desde los tres o cuatro años, la falta de apego, el entorno o la relación con los padres, las causas más habituales.
Cuando la depresión no se trata o no se le dan a la persona afectada herramientas o técnicas para poder regular sus emociones y sentimientos, cuando llega a edad adulta todo es más complicado llegando en algunos casos extremos al suicidio.