Comerciantes, vecinos y taxistas han mostrado su satisfacción por el desalojo de los acampados en la plaza Universitat de Barcelona, que ha recuperado poco a poco la normalidad después de que los operarios de limpieza del Ayuntamiento hayan ultimado la retirada de las más de 26 toneladas de material acumulado.
Los operarios trabajarán aún durante varias horas para borrar las numerosas pintadas con aerosoles que los acampados han dejado en el asfalto, farolas, entrada del metro, paradas de autobús y pavimento de la plaza.
Tras 21 días de acampada, la Guardia Urbana ha desalojado esta madrugada a un centenar de personas que aún pernoctaban en la plaza y que cortaban el tráfico de la Gran Vía y la Ronda Universitat para reivindicar la libertad de los líderes independentistas condenados.
Tras el desalojo dirigido por la Guardia Urbana de Barcelona, que ha terminado con dos detenidos, los agentes han restablecido la circulación por la Gran Vía y coches particulares, motocicletas, furgonetas, autobuses y taxis vuelven a rodar por las vías donde horas antes estaban instaladas decenas de tiendas de campaña.
Un taxista estacionado con su vehículo de siete plazas en la Gran Vía ha confesado a Efe que se ha despertado "muy contento" con el desalojo de la acampada, porque dice que "generaba mucha incomodidad a la hora de circular y no nos dejaba otra salida que improvisar". "La acampada ha hecho mucho daño a la ciudad a nivel de imagen", ha opinado el taxista.
"A mi me parece muy bien que se proteste, pero si se tiene que molestar, que se moleste a los de arriba y no a los trabajadores", agrega el taxista, sin recordar que su gremio ocupó precisamente también la Gran Vía el pasado verano durante varios días interrumpiendo el tráfico.
Peatones y comerciantes
El restablecimiento del tráfico es de las consecuencias más visibles del final de la acampada, y muchos peatones aun no se han acostumbrado a esta normalidad vial ya que, tienen que "volver a fijarse en los semáforos", explica a Efe un joven que se dirige a las clases al edificio histórico de la Universidad de Barcelona.
Una vecina de la plaza que cruza la calle señala a Efe que la acampada ha demostrado que se puede cerrar y hacer peatonal el centro de Barcelona durante tres semanas y que "la ciudad no pare". La vecina afirma que, con la acampada, han rozado de más "libertad" para caminar por las calles y se ha hecho "un favor al medio ambiente", aunque prefiere que los hayan desalojado. Otro vecino de la zona insiste a Efe que está "contento" con el desalojo porque "estos últimos días de acampada todo estaba muy sucio", y añade que "la protesta ya no tenía nada que ver con lo que fue al principio", ya que "había muchas personas que no eran estudiantes y que más bien venían a dormir, comer y a tener compañía".Un camarero de una conocida cervecería de la plaza tampoco esconde su "felicidad" por el desalojo y asegura que con la acampada las personas no se quedaban en la terraza del establecimiento, lo que generó "menos clientela" porque los acampados tampoco "consumían" en este local.No obstante, dependientas de una tienda de una afamada marca de turrones de Agramunt (Lleida) indican que la acampada no les han supuesto una bajada de ventas, que se disparan por estas fechas prenavideñas, en las que la plaza Universitat podrá lucir las luces de Navidad que hasta ahora el Ayuntamiento no había podido colocar.
Lamentos de los acampadosLa Asamblea Plaza Universidad ha lamentado el desalojo "violento" de madrugada de la plaza, y los CDR han criticado la acción a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
En un comunicado, los acampados han reprochado que, una semana después de las elecciones, "las fuerzas políticas que instrumentalizaron la acampada, han ordenado su desalojo violento, agrediendo a las acampadas y secuestrando a dos", en referencia a los dos detenidos en la operación policial.