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Los vecinos del número 129 de la calle Santa Engracia no pueden dormir tranquilos. Llevan más de año y medio con sus casas apuntaladas por las grietas. El propietario no se hace cargo de las obras de reparación del edificio, que se subastó el año pasado. Y el nuevo adjudicatario, aún pendiente de que se formalice la subasta, pretende convertirlo en pisos de lujo.