El exprofesor de los Maristas de Sants (Barcelona), Joaquín Benítez, ha reconocido dos de los cuatro casos de abusos sexuales por los que es juzgado y ha asegurado que cuando los cometió no "tenía miedo" porque estaba "amparado por los Maristas", que encubrieron un caso parecido en 1986.
Joaquín Benítez, ha detallado que hizo tocamientos a un exalumno y que a los dos o tres días el padre se presentó en el colegio y que fueron al despacho del director, quien le indicó que era "importante que no volviera a ocurrir", según ha explicado en respuesta a su defensa en el juicio de la Sección 21 de la Audiencia de Barcelona por cuatro casos de abusos sexuales entre 2006 y 2010, de los que ha reconocido dos.
Su defensa --única parte a la que ha respondido-- le ha preguntado inicialmente si temía ser descubierto, pero Benítez ha recordado el caso de 1986 y ha comentado que le advirtieron de que le dejarían tres meses sin sueldo como sanción pero que no ocurrió y que nunca más le volvieron a llamar, motivo por el que ha concluido: "Por esto no tenía miedo". De hecho, ha indicado que se fue de vacaciones pensando que le sancionarían pero que, al volver para el nuevo curso, un miembro del Colegio le advirtió con un "esto no lo vuelvas a hacer" y le dijo que a la próxima le expulsarían.
Además, ha relatado que le dijeron que en la calle Pelai de Barcelona había "profesionales" que le podían tratar, y que un día fue al sitio pero que no le gustó el ambiente y se marchó.
El caso Maristas no salió a la luz hasta 2016 tras una denuncia del padre de una de las víctimas, después de que su hijo le desvelara que había sido abusado por Benítez, profesor de educación física, durante dos años, entre los 13 y 15 años. Este ha sido uno de los casos que Benítez ha confesado, reconociendo que en el primer año le hizo tocamientos en los genitales con el pretexto de hacerle masajes y comprobaciones en la espalda, y que en el segundo le hizo felaciones en su despacho, donde ha admitido que le llevó mediante engaño, aunque ha dicho que veía a la víctima "relajado" y que nunca quiso irse.
Ha relatado que una ocasión un profesor abrió la puerta del despacho, pero que no llegó a descubrirle porque el menor ya estaba vestido, y también ha atribuido sus acciones a un impulso, pero ha negado haber penetrado a ninguna de sus víctimas, alegando: "Esto no va conmigo".
En una línea similar, ha dicho que tuvo un "impulso" y que engañó a otro joven --al que había dado 10 euros para que se arreglara una bicicleta, según él-- para que fuera a su despacho con la excusa de los masajes, y que llegó a los genitales y le hizo tocamientos y una felación.
Sobre los otros dos casos por los que está siendo juzgado, ha dicho que no recuerda a una de las víctimas y, sobre la segunda, ha afirmado no recordar si le hizo desnundarse o si le hizo tocamientos de algún tipo.