Las heridas se curan, pero los recuerdos no. Es lo que nos cuenta, 15 años después del 11M, Elisabeth, víctima de la explosión de una de las bombas en la estación de Santa Eugenia. Ella no tenía papeles y a pesar de estar herida, sólo quería huir para evitar ser descubierta. Su vida se volvió del revés en un instante y todavía hoy el dolor permanece.
Elisabeth cuenta a Telemadrid como tuvo que aprender a empezar de nuevo y “luchar con ese dolor y contra esa angustia, porque no dormía”, ya que revivía las escenas del atentado y veía constantemente a las personas pidiendo auxilio.
La culpa de estar viva
“No entiendes qué ha pasado dice- te quedas paralizada. Lo más duro fue sentirme culpable de estar viva. Mis sueños se rompieron”.
Elisabeth estaba en Santa Eugenia. Un tren parado y una bomba permanecen en su memoria. “El aparato se vencía sobre mí –relata- yo no sabía qué pasaba y no me podía mover. No sentía las piernas. Después todo se quedó en silencio. Luego los gritos de ayuda, de auxilio. Sentí una impotencia tremenda”.
“Yo sé que corría, corría como una loca, todo se estaba llenando de humo –sigue recordando- Recuerdo a una niña que buscaba a sus padres y creo que murió. Yo sentía impotencia porque no pude ayudarla, te marca, horriblemente”.
Quedan todavía, 15 años después, heridas abiertas. Elisabeth tiene un 70% de discapacidad y no ha podido volver a trabajar.