La hostelería de Madrid acepta medir el CO2 de sus locales

Es la última recomendación que plantea el Gobierno de la comunidad de Madrid para reducir los contagios de coronavirus en espacios cerrados: la obligación de que bares y restaurantes dispongan de medidores de CO2.

Desde el sector consideran la propuesta bienvenida si eso incrementa la seguridad a clientes y trabajadores frente a la Covid. Aseguran que el sector está pasando por una crisis profunda y ven con temor la posibilidad de un cierre de la actividad. Se muestran favorables, pues, pero solicitan ayuda para costear esos dispositivos.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se ha comprometido a articular ayudas para financiar los medidores de dióxido de carbono (CO2) si, finalmente, se impone la obligatoriedad y el coste resultara "inasumible" para los establecimientos.

Por su parte, el Gobierno regional recuerda que, de momento, la instalación de estos medidores es una recomendación, pero que, en cualquier caso, se pueden utilizar las líneas de financiación que actualmente tiene lanzadas el ejecutivo autonómico. Se trata de la Línea Impulsa (con 3.200 euros de ayudas anuales para autónomos afectados por el Covid) y el programa para pymes de Madrid Refuerza con ayudas destinadas a la adquisición de herramientas y elementos de protección frente a la Covid, donde tendrían cabida los medidores de CO2.

Los medidores de CO2 son unos dispositivos cuyos sensores detectan la cantidad de dióxido de carbono (CO2) acumulado en un espacio. Este CO2 es producto de la exhalación de las personas. Cuando el indicador supera las 800 partes por millón (ppp), es entonces cuando se considera que el espacio carece de ventilación suficiente, lo que eleva el riesgo de virus.

Así pues, la importancia de conocer el nivel de CO2 en un espacio estriba más en que nos indica existencia, o no, de ventilación suficiente, que el hecho de conocer, en sí mismo, cuánto díoxido de carbono hay.

Además, la Comunidad de Madrid, recomienda bajar el volumen del hilo musical en estos establecimientos, para evitar tener que hablar a gritos, y llevar un registro de la información personal de los comensales por si fuera necesario realizar un rastreo ante un posible contagio.