Muchos interrogantes tras el robo de obras de Galileo en la Biblioteca Nacional
El 'Sidereus' de Galileo fue robado en 1987 de la Biblioteca Nacional con otras 8 obras de Galileo desaparecidas
Están viendo la falsificación de un tratado astronómico de Galileo Galilei. Los autores del robo del original en la Biblioteca Nacional dejaron esta copia en su lugar. Durante cuatro años, el catálogo de la Biblioteca la ha mostrado como auténtica. Un informe del Ministerio de Cultura asegura que desde que se conoció la sustracción hasta la denuncia pasaron cuatro años.
El tratado astronómico 'Sidereus nuncius' de Galileo Galilei, cuya desaparición fue hecha pública hace menos de dos meses, fue robado de la Biblioteca Nacional en 1987 junto con otras ocho obras del astrónomo y científico italiano del Renacimiento que no se recuperaron.
Así lo han explicado a Efe fuentes de la Biblioteca Nacional que precisan que la investigación de estas obras de Galileo lleva 34 años abierta y que siguen figurando como desaparecidas desde entonces, después de que un informe del Ministerio de Cultura y Deporte, abierto a raíz de conocerse la desaparición del 'Sidereus nuncius', indicara que, además de ese tratado, habían desaparecido solo cuatro obras más del italiano de la BNE.
El pasado mes de marzo, el Ministerio de Cultura abrió un procedimiento informativo para conocer los hechos entorno a la sustracción del 'Sidereus Nuncius' (El mensajero de las estrellas), uno de los libros más valiosos del catálogo de la Biblioteca Nacional datado en 1610, que se habría detectado en 2014 pero no fue denunciada ante la Policía hasta 2018.
Por ello, al recibir ayer jueves la BNE las recomendaciones del informe, su directora, Ana Santos, además de solicitar que se le remitiera el texto completo, trasladó al Ministerio de Cultura que las propuestas estaban "llenas de inexactitudes".
Según explican las fuentes de la BNE, en 1988, al año siguiente del gran robo en el que desaparecieron las nueve obras de Galileo entre otras de la BNE, se recuperaron más de 400 obras y, según la investigación, el Sidereus original, datado en 1610, se devolvió entonces aunque, posteriormente, debió de ser robado de nuevo (se cree que en 2004) y sustituido por una copia. Aunque tampoco se descarta que lo que se recuperó en 1987 fuera ya una copia y no se detectara hasta 2014.
En 2007, al saberse que había sido consultado por la misma persona que supuestamente había "mutilado y sustraído" en aquel mismo año partes de otros libros, el "Sidereus" fue revisado y se constató que la obra estaba "íntegra" y que no había sufrido "ningún daño".
Sin embargo, en 2014, dentro de otro control rutinario del Programa de Ácidos, este ejemplar se sometió a un nuevo y "detallado" estudio microscópico que reveló que la obra era una "falsificación".
Ya en 2018, la información de un investigador, que se puso en contacto con la directora de la Biblioteca Nacional, ofreció "nuevas noticias" que "aclaraban dudas" sobre la posible trayectoria del ejemplar y que confirmaban "la hipótesis de que la obra devuelta en 1988 era original" y que, posteriormente, fue "sustraída y reemplazada por el ejemplar falso".
Hace unas semanas, Marino Massimo de Caro, un conocido ladrón de mapas y libros antiguos italiano que ha cumplido varios años de condena por sus delitos, reconoció en unas declaraciones a "El País" que vendió el ejemplar de Galileo robado en la Biblioteca Nacional pero aseguraba que no estaba implicado en su robo.
En el informe del Ministerio de Cultura se plantea la aprobación por parte de la dirección de la BNE de un protocolo de actuación "ante las faltas, mutilaciones o sustituciones de ejemplares originales por falsificados, especialmente aquellos que tienen un mayor valor patrimonial".
También que se recojan "las responsabilidades, las comprobaciones que deben realizarse, los procedimientos a seguir y los plazos máximos en los que se deben desarrollar dichas actuaciones, sin que se prolonguen durante tanto tiempo que hagan inoperativa la denuncia ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado".
Además, para evitar malos entendidos, este protocolo exige que se haga llegar por escrito y de manera inmediata a la directora de la BNE cualquier sospecha relacionada con los fondos de la biblioteca, y que los informes sean enviados "con la mayor celeridad posible a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado".
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