El violador del ascensor pide un "perdón" que "llega tarde" para las víctimas
Pedro Luis Gallego, conocido como violador del ascensor o violador de la Paz, ha pedido perdón varias veces a las cuatro víctimas por las que ha ido este jueves a juicio, así como al resto, y ha asegurado que es víctima de sí mismo por "un impulso" que no puede controlar y para el que ha pedido ayuda.
El acusado ha hecho uso del derecho a la última palabra en el juicio que se ha celebrado en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Madrid, en el que el fiscal pide 96 años de cárcel por la violación de dos mujeres y otros dos intentos en 2016 y 2017 en las cercanías del hospital La Paz de la capital.
Gallego ya fue condenado en su momento a 273 años de cárcel por el asesinato de Leticia Lebrato, de 17 años, en Valladolid, y de Marta Obregón, de 19, en Burgos, además de otras dieciocho agresiones sexuales.
En 2013 quedó en libertad gracias a la derogación de la doctrina Parot, por la que debería haber estado en prisión hasta 2022.
El juicio se ha resuelto durante la mañana de este jueves ya que el acusado se declaró culpable al inicio, después de lo cual las acusaciones particulares renunciaron a la práctica de las pruebas en la sala y solo declararon las cuatro víctimas -a puerta cerrada y con biombo para no ver al agresor- y la instructora del caso de la Policía Nacional.
La Fiscalía ha mantenido su petición de 96 años de cárcel para Gallego, pero solicitando que cumpla efectivamente 25, sin beneficios penitenciarios, y además que durante otros diez años no pueda estar en la Comunidad de Madrid.
Las letradas de las víctimas se han adherido a esta petición del fiscal, al igual que la defensa de Gallego, que además ha solicitado ayudas para su representado.
"Le hablo con el corazón en la mano, sabiendo que me voy a morir en la cárcel", ha dicho al tribunal con semblante sereno, y ha añadido: "Estoy arrepentido de todo lo que he hecho e incluso de haber nacido".
"Que me entiendan a mi también porque yo me considero una víctima de mí mismo. Tengo un impulso que no puedo controlar", ha asegurado tras manifestar que tiene un problema psicológico del que no ha sido tratado específicamente, a pesar de solicitarlo, y para el que ha pedido ayuda.
De pie, cogiendo el micrófono de la sala con ambas manos, Gallego ha comenzado su intervención con voz firme explicando que desde los 19 años tiene un problema psicológico por el que su vida no ha sido normal, y de hecho ha calificado su vida como "un desastre" y "un fracaso", con 32 años en la cárcel.
Ha explicado que solicitó un "programa terapéutico específico" para su problema, "una especie de impulso que no se puede controlar", pero que no se lo facilitaron en prisión, de modo que tuvo que acudir a una ONG y una psicóloga que pagó él, a pesar de lo cual no mejoró, y ha solicitado que ahora se le aplique un programa específico.
"Yo no soy el clásico individuo, llámese tipo manada, que por acuerdo entre amigos dicen 'vamos a divertirnos con esa persona' y la dejan... Mi problema es más profundo".
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