El Papa denuncia en Marsella los obstáculos para que barcos de ONG rescaten migrantes
El Pontífice ha pedido al Clero que sean "puerto seguro" para los "heridos de la vida" y que abran " las puertas de las iglesias y de las casas parroquiales"
En su discurso, ha rendido un homenaje a los migrantes muertos en el Mediterráneo
El Papa ha llegado a Marsella, donde clausurará los 'Encuentros Mediterráneos', que tienen por objeto promover vías de colaboración e integración en torno al Mediterráneo, con especial atención al fenómeno de la migración, tal y como ha explicado a través de sus redes sociales.
"Espero tener el valor de decir todo lo que quiero decir", ha señalado Francisco en el avión en conversación con los cerca de 70 periodistas que le acompañan en su 44º viaje apostólico a Marsella, una ciudad que es "la puerta, la ventana, lo es todo... en el Mediterráneo", la ha definido.
Como es habitual, el Pontífice ha enviado un telegrama al presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, en el que reiteró su participación en el encuentro "que reúne a Iglesias y ciudades del Mediterráneo con el fin de reflexionar sobre los desafíos de la acogida, la integración y la fraternidad, para favorecer el diálogo intercultural y promover caminos de paz".
El Papa ha subrayado que es una "crueldad" lo que está ocurriendo en lugares como Lampedusa, así como una terrible "falta de humanidad". En el aeropuerto de Marsella, el Pontífice ha sido recibido por la primera ministra francesa, Elisabeth Borne. Después, se dirigió a la basílica de Notre-Dame de la Garde para una oración mariana con el clero marsellés.
Allí, ha sido recibido por el arzobispo anfitrión y rector del santuario de Notre-Dame de la Garde, el padre Olivier Spinosa, tras lo cual ha presentado sus respetos ante el monumento a los inmigrantes y marineros desaparecidos en el mar.
"Puerto seguro"
El Papa Francisco ha pedido al clero de Marsella que sean "puerto seguro" para los "heridos de la vida" durante su discurso en la basílica ante sacerdores, diáconos, seminaristas y superiores de las comunidades religiosas presentes en Marsella.
"Abramos las puertas de las iglesias y las casas parroquiales, pero sobre todo las del corazón, para mostrar el rostro de Nuestro Señor a través de nuestra mansedumbre, amabilidad y hospitalidad. Que cualquiera que se les acerque no encuentre distancias y juicios, sino el testimonio de una humilde alegría, más fructífera que cualquier capacidad ostentosa. Que los heridos de la vida encuentren un puerto seguro en vuestra mirada, un aliento en vuestro abrazo, una caricia en vuestras manos, capaces de enjugar lágrimas", ha reclamado.
En su discurso, el Papa Francisco ha rendido un homenaje a los migrantes muertos en el Mediterráneo, ha advertido que los impedimentos que se ponen a los barcos de rescate para salir a recoger a los migrantes embarcados en pateras son "gestos de odio disfrazados de moderación".
El Papa ha dicho que el mundo se encuentra ante la encrucijada de la fraternidad, por un lado, y de la "indiferencia que ensangrienta el Mediterráneo". "La indiferencia se vuelve fanática. Es necesario rescatar a las personas que corren riesgo de ahogarse si se exponen a las olas. `Este es un deber de la humanidad, un deber de la civilización!", ha exclamado.
Acciones, no palabras
Por ello, ha pedido no acostumbrarse a ver los naufragios como titulares y las muertes en el mar como "meros números" porque "son nombres y apellidos, son rostros e historias, son vidas destrozadas y sueños destrozados". "Pienso en los muchos hermanos y hermanas que se ahogaron en el miedo, junto con las esperanzas que llevaban en sus corazones. Ante semejante drama, lo que se necesita no son palabras, sino acciones. Pero incluso antes se necesita humanidad: silencio, lágrimas, compasión y oración", ha añadido para pedir a continuación un minuto de silencio en memoria de todos los fallecidos en el mar.
Francisco ha lamentado de nuevo que el Mediterráneo se ha convertido en un "enorme cementerio", donde muchos hermanos y hermanas están privados incluso del derecho a una tumba, "donde está sepultada la dignidad humana". "No podemos aceptar ver a personas tratadas como mercancías, encarceladas y cruelmente torturadas. No podemos seguir soportando las tragedias de los naufragios causados por la vil trata de personas y el fanatismo de la indiferencia", ha recalcado.
Francisco ha sido el primer Papa en la era moderna en visitar Marsella, y lo hace unos días antes de partir hacia Turquía.
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