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El Rey presidió este lunes en la sede de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (RACMyP) la apertura del Curso Académico de las Reales Academias integradas en el Instituto de España.

Al acto acudieron, entre otras autoridades, la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant -de cuyo ministerio depende el Instituto de España-, todos los presidentes de las diez reales academias que integran el Instituto de España, presidido por Eduardo Díaz Rubio, así como la presidenta del Consejo de Estado, Carmen Calvo; el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo; Jaime Lamo de Espinosa, Marcelino Oreja, Rodolfo Martín Villa, y varios vocales del Consejo General del Poder Judicial.

El Rey, en sus palabras previas a declarar abierto el curso, agradeció que distintas reales academias hayan dedicado sesiones específicas a reflexionar y ahondar en el mejor modelo constitucional, profundizar en el funcionamiento de las instituciones, a la vez que destacó la vocación de servicio de la Corona a los españoles.

Las palabras de bienvenida corrieron a cargo del presidente de la RACMyP, Benigno Pendás, quien destacó que la presencia del Rey en la apertura de curso de las reales academias que integran el Instituto de España “refleja el interés y la cercanía hacia nuestras actividades al servicio de la sociedad española por parte de quien ejerce el Alto Patronazgo de estas Reales Academias”.

La lección inaugural del curso fue pronunciada por el académico y 'padre' de la Constitución Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, quien centró su intervención en 'La Monarquía según la Constitución'. En este sentido, resaltó que “la monarquía es, sin duda, la piedra angular de la historia de España y lo es, sin duda, de su presente” y fue la llave y el instrumento fundamental “para la transición al Estado social y democrático de derecho”.

De hecho, expresó su deseo de que “tras muchos aniversarios como el que acabamos de celebrar", el décimo de su proclamación, "a don Felipe VI se le identifique con una expresión que los viejos romanos daban a sus mejores príncipes y para que perduraba grababan en las piedras que han llegado a nuestros días: Felipe VI el óptimo”.