La embajada de Israel en Madrid muestra imágenes de la masacre de Hamás
En los vídeos se ve el asesinato de familias al completo, mujeres, ancianos, niños y bebés
La Embajada de Israel en Madrid mostró a un grupo de periodistas 43 minutos de vídeos sin editar, grabados por los terroristas de Hamás o de las cámaras de videovigilancia, del ataque del pasado 7 de octubre en el que fueron asesinadas 1.400 personas.
El ministro consejero de la embajada, Dan Poraz, señaló que con la proyección de las imágenes que grabaron los miembros de Hamás con cámaras Go-pro y móviles no pretendían sorprender a los periodistas ni suscitar simpatías. “Queremos que comprendan contra quién estamos luchando”.
“No podemos seguir viviendo con un Estado terrorista como el ISIS en la frontera”, subrayó. “Hamás usa a los civiles palestinos como escudos humanos” agregó, al ocultar sus infraestructuras en “hospitales, mezquitas y escuelas de la ONU. Al igual que ISIS, la ideología de Hamás glorifica la muerte y el asesinato”, recalcó.
En los vídeos se ve el asesinato de familias al completo, mujeres, ancianos, niños y bebés. Los miembros de Hamás emplearon camionetas y motocicletas para sembrar de muerte y destrucción poblaciones del sur de Israel. Ese día quitaron la vida a 300 militares y 1.100 civiles, y secuestraron a 241 ciudadanos.
Comienza la proyección en el kibutz Be'eri, al que entraron disparando ráfagas de fusiles de asalto contra un vecino que iba a acceder con su coche. Y ahí comenzó la matanza, en casas bajas, modestas, en las que ni siquiera los refugios sirvieron para esquivar su brutalidad.
Las imágenes, que no se harán públicas para respetar a las familias, que no querrían ver las últimos momentos de los suyos, muestran cómo los terroristas acecharon casa por casa, como si fueran de cacería. Todo les pareció poco para su objetivo, hasta matar a los perros que salían a su paso.
Brutalidad extrema, con cadáveres apilados en los últimos rincones de una vivienda, niños incluidos. Un hombre yace ensangrentado, pero aún con vida. Un terrorista tomó una azada y le golpeó de forma frenética mientras gritaba Allahu Akba una y otra vez hasta que lo decapitó.
En el pueblo de Netiv HaAsara, una cámara dentro de una vivienda muestra a un padre que llevó casi en volandas a sus dos hijos a esconderse ante la llegada de los miembros de Hamás. Los tres iban descalzos y en ropa interior. No sirvió de nada. Los encontraron y lanzaron una granada aturdidora dentro de la habitación. Al instante asesinaron al padre.
Los terroristas arrastraron de vuelta a los niños dentro de la casa. Uno de ellos abrió el frigorífico y tomó una botella de refresco. Los pequeños lloraban desconsolados, gritando una otra vez Abba (Papá). Uno de ellos sangra, y su hermano trata de calmarlo y le echa un poco de agua para limpiarle las heridas.
Se suceden fragmentos breves en pantalla de coches ardiendo con víctimas dentro, un pasillo interminable que parece el cauce de un arroyo de sangre, cuerpos calcinados, de adultos, de bebés. Una niña con el pelo rizado y cobrizo yace con su pijama de dibujitos. Otro vídeo muestra a dos terroristas buscando debajo de la mesa de un cuarto infantil hasta encontrar a un niño al que disparan un ráfaga.
El vídeo salta al festival de música en el desierto del Néguev, donde fueron asesinadas más de 200 personas. La barra en la que se pedían las consumiciones acabó completamente llena de cuerpos sin vida al lado de las neveras y las cajas de refrescos.
Los terroristas dispararon a los baños portátiles para que nadie que hubiese buscado refugio en ellos saliera con vida. Se ve a cientos de personas corriendo en desbandada por los campos de cultivo, mientras los miembros de Hamás les disparaban. La imagen aérea de la zona la muestra como completamente calcinada, con coches quemados y cuerpos esparcidos por el suelo.
Los primeros servicios de emergencia en acudir grabaron también lo que fueron encontrando. Adolescentes, ellos y ellas, vestidos como para ir a una fiesta, yacen acribillados, en posturas grotescas.
De vez en cuando los terroristas se grabaron mirando a cámara, celebrando como si de un triunfo futbolístico se tratase. Y, sobre todo, en la mayoría de vídeos se ve cómo su intención era mancillar a las víctimas. A los militares les patearon una y otra vez la cabeza, cuando ya habían muerto.
También se observa la brutalidad de los secuestros, cómo se llevaron a mujeres arrastrándolas del pelo, manoseándolas, todas golpeadas con brutalidad. Al final de los 43 minutos se informa de que en lo proyectado aparecen tan solo 138 cadáveres, menos del 10% de las personas asesinadas ese día.
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