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Lo dicen los datos: los jóvenes son cada vez más violentos. Detrás de un menor agresor, los expertos señalan a una educación mucho más permisiva, sin límites claros y con ausencia de consecuencias para sus actos.

Todo empieza con muestras de desprecio hacia los padres. Después llegan los insultos, el chantaje emocional y, finalmente, las agresiones, "más dirigidas contra las madres que contra los padres, porque son progenitores que normalmente tienen más debilidad, menos capacidad de autodefensa, tanto física como psicológica", asegura la psicóloga Helena Marianas.

Uno de cada cinco jóvenes varones cree que la violencia machista no existe, el doble que hace cuatro años

En algunos casos, esta espiral de violencia hacia los progenitores empieza a una edad muy temprana, los 5 años. A los 15 y 16, la situación ya es incontrolable.

Según datos de la Fiscalía General del Estado, cada año se abren 4.000 expedientes por violencia filio-parental, una cifra que no ha parado de crecer.

Preocupación ante el aumento de la violencia juvenil

En 2021, casi 13.600 menores fueron condenados por delitos de lesiones y robo - los más comunes -, lo que supone un 21% más respecto al periodo anterior. También crecen las agresiones sexuales, un 12%.