Puerta grande para el diestro madrileño Fernando Adrián en Las Ventas
Tarde de sol y emociones intensas en las Ventas, gracias al encastado juego de los seis astados de la divisa gaditana
Álvaro Lorenzo sufrió una cornada de 15 centímetros en el muslo
En una exigente corrida de Santiago Domecq en Madrid, el diestro madrileño Fernando Adrián salió hoy por la Puerta Grande de Las Ventas tras pasear sendas orejas de su lote de toros.
Con sol y sin las molestias de los vientos y lluvias que han condicionado la feria de San Isidro, volvió a vivirse en Las Ventas una tarde de emociones intensas, gracias al encastado juego de los seis astados de la divisa gaditana, pero también porque ninguno de los tres espadas les volvieron la cara, aun a costa de varios percances aparatosos.
De entre el variado e interesante surtido de los de Santiago Domecq, la bola premiada, la del número 19, cayó en el lote de Fernando Adrián: ese bravo quinto que le alfombró el camino hacia la Puerta Grande una vez que ya le había cortado una sudada oreja a su primero, que se resistió con aspereza al mando, pero con el que siempre mantuvo las zapatillas atornilladas a la arena.
Este otro, serio y cornalón, fue un toro muy distinto, pues acudió pronto y repitió incansable a la muleta del torero de Torres de la Alameda, y además lo hizo con una trayectoria abierta, larga y clara que facilitaba mucho las cosas una vez que le abrió la faena con dos cambiados de rodillas en los medios de la plaza.
Sin solución de continuidad, Adrián siguió toreando con la izquierda a ese "Contento", que parecía estarlo por esa incansable y franca manera de embestir que su matador disfrutó alternando tandas muy ligadas por los dos pitones, con una sólida solvencia, pero con el matiz de no acabar de atemperar al animal por su ligereza en el remate de los pases.
El encuentro se vivió con entusiasmo en los tendidos, a los que no importó que Adrián fallara en un metisaca caído antes de la estocada definitiva, en la que resultó prendido por la rectitud con que se tiró para enmendar el error anterior. La cosa quedó, pues, en oreja para el torero y en una aclamadísima vuelta al ruedo para el animal.
Otro de los ejemplares claros y nobles de la corrida, aunque con menos motor, fue el tercero, al que Álvaro Lorenzo pasó con pulcra corrección, solo que sin esa fibra necesaria para trascender que si puso con el sexto, una vez que el de Santiago Domecq se lo echó a los lomos arrancándose como un obús en la apertura de la faena de muleta en los medios.
Lorenzo sufrió una cornada de 15 centímetros en el muslo izquierdo, de la que fue asistido tras finalizar la corrida, pero también salió mal librado del percance el pronto y noble toro, que pareció afligirse y que pidió ahora al toledano un pulso suave que sirvió para trazarle, sin posible ligazón, un puñado de buenos naturales y hasta algunos detalles de buen gusto cuando ya buscaba el camino de las tablas.
Por otro lado, el torero mexicano Arturo Saldívar también demostró una actitud encomiable durante toda la corrida. Enfrentó un lote exigente y mostró determinación ante el primer toro, que lo volteó en dos ocasiones. Aunque el segundo toro presentó un comportamiento complejo y peligroso, Saldívar respondió con verdad, asiento y un mando notable, aunque no recibió el reconocimiento merecido del público.
En su turno con el cuarto toro, Saldívar se esforzó debido a su gran movilidad y vistosidad, lo cual agradó al público, pero resultó pegajoso para el torero. A pesar de los altibajos en el acople, el mexicano logró intercalar dos series excelentes y meritorias con la mano derecha.
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