La temporada taurina ha comenzado en Valdemorillo que inicia su feria de San Blas y la Candelaria con la tradicional novillada. Más de tres cuartos de plaza y ambientazo de cara a la presencia de Morante de la Puebla este sábado, con cartel de no hay billetes.
Una docena de soberbios y hondos naturales de Álvaro Burdiel, que dio la única vuelta al ruedo de la tarde, sobresalieron de entre la medianía del cartel que abrió la novillada.
El primer festejo mayor de la temporada de 2022 en España ofreció, dado el juego de la mayoría de los utreros, una medida pero buena oportunidad para los aspirantes anunciados en el cartel, en tanto que, salvo el tercero, les ofrecieron por su nobleza y claridad muy buenas opciones de triunfo.
En cambio, por falta de calidad, por monotonía o por errores técnicos de los diestros, la mayoría se fueron al destazadero sin cuajar en toda su dimensión, a excepción del quinto, al que Burdiel instrumentó una faena marcada por la sinceridad, el temple y la hondura, con el cénit de dos soberbias y ajustadas series de naturales.
La mano izquierda del madrileño puso la nota de distinción de entre la medianía, porque supo darle al enclasado novillo de Arjona aquello que pedía: suavidad y pureza en los cites y en el trazo, además de temple y pulso para llevar y ligar sus embestidas con la hondura que merecían.
También tuvo Burdiel buenos momentos con la mano derecha, aunque, por errores de colocación, sin llegar a redondear las tandas, lo que añadido a sus fallos con la espada le privó de cortar dos merecidas orejas, que trocó por una vuelta al ruedo que no hizo honor a la calidad de su toreo.
También tuvo clase y profundidad el novillo que abrió plaza, solo que en su largo trasteo el veterano salmantino Manuel Diosleguarde se aplicó con una mecánica rapideza que no dio dimensión a sus correctas formas.
El segundo se desfondó pronto, aunque tuvo un puñado de embestidas descolgadas y a ralentí que no llegó a aquilatar el francés Yon Lamthe, más o menos como le sucedió a Manuel Perera con el cuarto, al que exigió y violentó más de la cuenta.
Perera recibió al de Sánchez Arjona con una larga cambiada a portagayola, igual que hizo Isaac Fonseca en el turno anterior, cuando se lidió un serio utrero que se rajó a las primeras de cambio y obligó al mexicano a perseguirle por todo el ruedo sin llegar a fijarle nunca.
El cierre de la larga tarde lo protagonizó Sergio Rodríguez, que se encontró con un astado bravo y con ganas de seguir la muleta, lo que no siempre le facilitó el novel segoviano, que, con una puesta en escena gestual y de aparente voluntad, le sacó solo algunos pases sueltos estimables antes de ser volteado aparatosamente en un descuido y fallar finalmente con los aceros.