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El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, completó este sábado su marcha de Galicia, la cual celebró abandonar “invicto desde el punto de vista electoral” porque “es la mejor forma de irse”, y prometió que, en su salto a la política nacional, será “útil a una España crispada” y “fragmentada” y a “un gobierno tan débil como el actual”.

Tras la toma de posesión de Alfonso Rueda como nuevo presidente de Galicia, Feijóo aplaudió que el relevo al frente de la Xunta se haya materializado “sin aspavientos ni tensiones”, y opinó que “sería bueno exportar” la “seguridad jurídica” y la “cordialidad democrática” que se “respira” en Galicia “al conjunto del país, que se encuentra ante una “España crispada”.

Ahora, Feijóo reconoció que se embarca en un reto “muy difícil” con la “tarea de aprender todos los días”, y avanzó que tratará de llevar a la política nacional la “cordialidad política y lingüística”, así como el “respeto a las instituciones” que dice haber practicado en Galicia, ya que considera que España “está perdiendo” el “modelo de la Transición, del respeto a los adversarios y de los grandes pactos”.

En este sentido, señaló que este modelo aún permanece “en algunos territorios de la nación” y defendió que uno de ellos es Galicia. Por este motivo, se mostró “convencido” de que puede ejercer una política “distinta” a la actual y que defienda que “el cumplimiento de la Constitución y del Estatuto no puede ser negociable”.

Alfonso Rueda, sexto presidente de la historia de la Autonomía de Galicia

“Esto es lo que entiendo que debe ser la política”, afirmó Feijóo, quien justificó su salto a Madrid en su obligación de “cumplir con el deber en cada momento”. “Y mi deber como presidente de la Xunta hasta hace unas horas no era solo con los gallegos, sino con el Estado”, prosiguió el presidente del PP.

Feijóo aseguró que solo volverá “exclusivamente” a Galicia para “pedir la confianza de la cámara” regional cuando sea propuesto como senador por designación autonómica, y reconoció que se va de Galicia “con una deuda” que no podrá pagar, “que es la deuda de la generosidad democrática”.