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El próximo y último objetivo de la dictadura nicaragüense del régimen de Daniel Ortega es la Iglesia Católica. Con la excusa de que varios sacerdotes refugiaron a manifestantes heridos en las manifestaciones contra el régimen en 2018, saldadas con 355 muertos, el régimen hostiga sin cesar a las organizaciones religiosas.

El proceso contra la Iglesia católica ha culminado con la detención, la pasada madrugada del viernes 19, del obispo Rolando Álvarez, quien fue arrestado en la curia episcopal de Matagalpa, donde estaba confinado desde hace 15 días.

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El Gobierno de Ortega también prohibió la tradicional procesión de Nuestra Señora de Fátima. Sin embargo, a pesar de la prohibición, cientos de personas asistieron a la misa en la catedral de Managua. “La Iglesia no ha hecho ningún conflicto, sino que ha sido perseguida por el Gobierno” ha asegurado una vecina.

Por su parte, la OEA, Organización de Estados Americanos, ha aprobado una resolución que condena la persecución religiosa y la censura de prensa en Nicaragua, ya que ha quebrantado el “principio de separación de poderes y la falta de Estado de derecho” según ha afirmado Julissa Mantilla, Comisionada de Derechos Humanos.

Oposición, ONGs y medios de comunicación silenciados

En los últimos años el régimen dictatorial de Ortega ha desmantelado a la oposición política, encarcelando a 190 de sus líderes, incluidos siete ex aspirantes a la presidencia que se atrevieron a retar a Ortega en las fraudulentas elecciones de noviembre de 2021, donde accedió a su quinto mandato.

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También ha neutralizado a las ONGs con el cierre de 1.380 en tres años, alegando que reciben dinero del extranjero para desestabilizar el régimen. Además, los medios de comunicación no han sido menos en su camino al poder absoluto, llegando a silenciar todos los medios de comunicación mínimamente críticos.

Con toda esta represión, Ortega intenta enmascarar la profunda crisis sociopolítica que sufre el país, y que está causando el exilio de decenas de miles de nicaragüenses.