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Este es el segundo fin de semana en cuarentena. Madrid es hoy una ciudad muy distinta a la de hace solo diez días. Cuesta reconocer el pulso vibrante y acelerado de la capital.

El sonido mas desolador puede ser el silencio. Las calles vacías, las terrazas desiertas, museos cerrados.

Madrid, irreconocible, late sin pulso. Una ciudad en emergencia que ha sufrido su primera semana plena en cuarentena.

Más de 7000 infectados y más de 600 fallecidos. Son las terribles cifras de una pandemia que ha sembrado de mortandad las residencias y ha llenado los hopsitales.

Metro, estaciones, aeropuertos. Casi vacíos. Es otra de las imágenes en que la cuesta reconocer a Madrid.

En los tiempos de silencio, la solidaridad es un himno.

Pero Madrid es también la ciudad que defiende la esperanza desde los balcones. La lluvia de aplausos que cada noche inunda a los sanitarios.

En los tiempos de silencio, la solidaridad es un himno. Y este 21 de marzo muchos cantan nuestro himno más inmortal: yo me bajo en Atocha yo me quedo en Madrid.