Ortega se reivindica en Valdemorillo
El sevillano cortó dos orejas en el mano a mano con Diego Urdiales
Casi cinco mil personas en La Candelaria para este festejo de las fiestas patronales
Casi cinco mil personas en La Candelaria de Valdemorillo para el mano a mano entre Diego Urdiales y Juan Ortega. Han lidiado toros de de José Vàzquez en una tarde importante del sevillano Juan OrtegaEl diestro Juan Ortega, que protagonizó otra generosa salida a hombros, dejó unos cuantos destellos de su toreo de clase ante la compleja mansada de la ganadería de José Vázquez, que lidió hoy mano a mano con Diego Urdiales en la feria madrileña de Valdemorillo.
El pésimo juego del encierro de la sierra del Guadarrama condicionó para muy mal el resultado de esta corrida de expectación, pues ya desde su salida, rajados y abantos, mostraron su nula disposición a tomar los engaños con un mínimo de entrega.
Muy al contrario, la mayoría, tras mansear en varas y deambular alocadamente de un lado a otro de la plaza en banderillas, se reservaron demasiado en el último tercio, con arrancadas reacias o bruscas, ni una larga, cuando no con un peligro sordo y defensivo tapado tras su aparente movilidad.
La excepción a la norma fue el cuarto de la tarde, igual de abanto y rajado de salida, igual de huido en varas y banderillas pero que, en cuanto Ortega se lo sacó a los medios, le respondió con una insospechada docena de buenas embestidas, con nobleza y profundidad.
Consciente del "regalo", el diestro sevillano le cuajó dos soberbias tandas de derechazos, de temple y compás, pero sobre todo de clase y buen gusto, que fueron la cima de la corrida. Lamantablemente, el toro se negó a seguir colaborando más, y el resto del trasteo, entre enganchones y parones, no se diferenció de lo visto el resto de la tarde.
Aun así, tras dos pinchazos, un público agradecido pidió para Ortega una oreja que también le dieron del sexto, ahora con mayor generosidad si cabe, en tanto que este trasteo, ante otro manso desclasado, tuvo más voluntad y buen aire en conjunto que resultados concretos, que fue más o menos lo que también pasó en el segundo.Dentro del pésimo juego de la corrida, el lote de mayores complicaciones, si cabe, fue el de Diego Urdiales, pues ninguno le tomó una sola vez los engaños con un solo gramo de entrega y claridad.
Si el que abrió plaza no dejó de dar bruscos arreones sin ritmo, el sobrero que salió en tercer lugar mantuvo siempre una amenazante actitud defensiva, esperando cualquier error del torero, de manera muy similar al quinto, un morucho que solo hizo que quedase muy corto y soltar tornillazos por encima del palillo de la muleta.
El torero riojano se alargó con los tres en otros tantos sinceros empeños, dándoles ventajas con paciente valor en espera de alguna respuesta favorable, pero sin encontrarla ni en los toros ni en una parte del público que, ante la falta de demagogia del esfuerzo, no llegó a entrar en las evidencia de la arena.
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