La idea del reciclaje se extiende a cada vez más sectores como, por ejemplo, las peluquerías. Allí, el pelo que se corta y que normalmente se desecha puede tener, ahora, distintos usos en la agricultura o en la limpieza de mar.
Sirve, por ejemplo, para fabricar unas mantas que se utilizan en el campo y que, entre otras cosas, sirven como abono natural o retienen la humedad en las raíces de los árboles.
Se puede utilizar para absorber hidrocarburos en los puertos y el mar. Además de reciclar, en las peluquerías se puede ahorrar agua con un grifo que fragmenta las gotas para utilizar menos y con un sensor que consigue que el agua salga caliente al instante y no haya que tirar agua fría.
También surge nueva tecnología para poder ahorrar agua: cada salón gasta, de media, 160.000 litros al año.