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Las alarmas antiaéreas suenan a lo largo y ancho de Ucrania, y en muchos casos los objetivos no son militares. Horas después de que las autoridades de Kiev afirmaran que han encontrado 900 cadáveres de civiles en la capital y sus cercanías, Kiev ha sufrido nuevos ataques con misiles.

“Disparan cohetes sin cesar, dice Sviatoslav Yurash, diputado ucraniano, a pesar de que fueron derrotados en los alrededores de Kiev”.

En Kharkiv, en el noroeste del país, un barrio ha sido duramente castigado. Diez personas han muerto, incluidos un muchacho de 15 años y un bebé. “Hubo una explosión, intenté correr, dice Carolina Fursova desde el hospital. La metralla volaba. Una mujer, dios la bendiga, me cubrió con su cuerpo.”

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El jefe de la Administración Estatal Regional de Járkov, Oleg Sinegubov, ha informado de que al menos ocho personas, incluido un niño, han muerto y 19 han resultado heridas durante los bombardeos en Kholodna Gora, en el oeste de la ciudad ucraniana.

La ciudad portuaria de Mariúpol, destruida por los bombardeos que se suceden desde el inicio de la guerra, sigue resistiendo. El Donbast espera la ofensiva final rusa.

Rusia mantiene la tesis de que su buque insignia en el Mar Negro, el Moskva, se hundió porque estalló su santabárbara. Ucrania se apunta el tanto en boca de la jefa de Prensa de Defensa, Natalia Homeniuk. EE.UU afirma que misiles ucranianos alcanzaron el navío.

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El presidente Zelensky cifra en unos tres mil los soldados ucranianos muertos, y diez mil heridos, y asegura que las bajas rusas han sido de 20.000. Pide más sanciones a Rusia.

Moscú, por su parte, califica de agresora la actitud de Gran Bretaña en la guerra y prohíbe la entrada en el país del premier Johnson y de la mayor parte de su gobierno.

ACNUR cifra en más de 4.800.000 el número de refugiados que han abandonado el país desde el pasado 24 de enero. Polonia acoge a más de 2 millones 700.000.

Y Ucrania resiste. Un centro de Lviv acoge a niños autistas huidos de sus ciudades. Ya son 180. “No pueden imaginar el sufrimiento de los niños autistas. El miedo que tienen, dice Sofía Staseska, directora del centro. Todo su mundo ha quedado destruido.

Y en Nipro, músicos de la localidad ofrecen a sus vecinos un concierto callejero cada tarde desde el principio de la invasión.