Vídeo: EFE | Foto:Telemadrid
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Monseñor Óscar Arnulfo Romero ya es santo, tras ser canonizado hoy en Roma en un multitudinario acto al que asistieron miles de fieles salvadoreños, cuyo sueño de verlo en los altares se hizo realidad poco más de tres años después de su beatificación.

La "voz de los sin voz", beatificado el 23 de mayo de 2015 en su El Salvador natal, fue canonizado a instancias del papa Francisco, quien firmó el pasado marzo el decreto por el que reconoce el milagro atribuido al religioso salvadoreño, paso indispensable para elevarlo a los altares.

Desde ese momento, los miles de "romeristas", entre los que se encuentran ateos y creyentes, salvadoreños y extranjeros, supieron que su tan ansiado deseo de verle convertido en santo se haría realidad en pocos meses. Y el momento llegó hoy.

"San Romero de América", como es conocido entre los salvadoreños, o San Óscar Arnulfo Romero, amado en vida y venerado tras su muerte, el 24 de marzo de 1980 por un comando de ultraderecha mientras oficiaba misa en la capilla del hospital de cáncer Divina Providencia de San Salvador, es el único capaz de conciliar a todo un país, en torno a su figura y su legado.

Nacido en el seno de una familia humilde en Ciudad Barrios el 15 de agosto de 1917, siempre se alzó como firme defensor de los pobres y detractor confeso de los abusos contra los derechos humanos en los años previos a la guerra civil salvadoreña (1980-1992).

Romero sabía que lo asesinarían; lo tenía claro, según narran sus colaboradores en sus últimos años de vida, y era consciente de que la causa de su muerte sería su implacable lucha por los más desfavorecidos y crítica incansable de las injusticias que se cometían a diario.

"Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño", "que mi sangre sea la semilla de libertad y la señal de la esperanza", "les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!", son algunas de las frases más recordadas del mártir, quien las usaba en sus homilías y las transmitía a sus seguidores.

Romero dedicó 38 años de su vida a la Iglesia y al pueblo, desde que fuera ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942, tras completar su formación teológica en la Universidad Gregoriana de Roma y pasar por el seminario jesuita de San José de la Montaña.

De regreso en El Salvador en 1943, fue destinado a la parroquia de Anamorós, en el departamento de La Unión, y poco después, a la ciudad de San Miguel como párroco de la catedral y secretario del obispo.

En 1968 fue elegido secretario de la Conferencia Episcopal salvadoreña y ocupó el mismo cargo en el Secretariado Episcopal de América Central.

El 21 de abril de 1970 fue nombrado por Pablo VI obispo auxiliar de San Salvador y recibió la consagración episcopal el 21 de junio.

Nombrado el 15 de septiembre de 1974 obispo de la diócesis de Santiago de María, monseñor Romero fue destinado a la Archidiócesis de San Salvador el 3 de febrero de 1977.

En 1979 fue nominado al Premio Nobel de la Paz y, aunque el galardón no le fue concedido, Romero es, para sus compatriotas "el nobel de El Salvador".

La Comisión de la Verdad que investigó los crímenes ocurridos durante la guerra dictaminó en su informe de 1993 que Romero fue asesinado por orden de Roberto d'Aubuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA, derecha) que gobernó el país entre 1989 y 2009.

Doctor "honoris causa" por varias universidades, desde 2010 es homenajeado cada 24 marzo en el Día Nacional de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, declarado por el Parlamento de El Salvador.

En posesión de numerosos premios, le fue concedida en 2010, a título póstumo, la orden del "Parlamento Centroamericano, Francisco Morazán, en grado de Gran Cruz".

El 24 de marzo de 1990, diez años después de su muerte, se iniciaron oficialmente las gestiones para canonizar al prelado.

El 22 de septiembre de 1992 la Congregación para la Causa de los Santos dio la autorización para la apertura del proceso diocesano, que Juan Pablo II declaró oficialmente abierto el 3 de octubre siguiente. En 1996 finalizó la fase diocesana del proceso y al año siguiente el Vaticano aceptó la validez de la causa.

Estancado durante varios años, en abril de 2013 Francisco desbloqueó el proceso y el 3 de febrero de 2015 aprobó el decreto que reconocía el "martirio" de Romero "in odium fidei", es decir, que fue asesinado por "odio a la fe", por lo que para su beatificación no fue necesario reconocer un milagro.

El 10 de abril de 2015 monseñor Romero fue declarado por la Asamblea del país "Hijo Meritísimo de El Salvador".