Vídeo: REDACCIÓN | Foto:Telemadrid
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El centro de la ciudad de Madrid, tan abarrotado como alegre, ha enterrado por completo la sensación de vacío que asoló al mundo durante la pandemia de coronavirus con locales y aceras repletas de turistas y vecinos que, con motivo del puente de la Constitución, han colmado las calles capitalinas.

El ambiente matutino ha desterrado definitivamente las consignas de distancia social y mascarillas propias de la crisis sanitaria de la covid-19, con miles de turistas y vecinos paseando, tomando fotografías y comprando en pequeños comercios y grandes superficies, una situación que los propietarios y trabajadores agradecen para salir “a flote” tras años de estancamiento.

El cielo gris y las bajas temperaturas tampoco han disuadido la necesidad de volver a hacer vida normal que, en días como hoy, se consagra definitivamente tras dos años de restricciones.

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Gorros, chaquetones de plumas y guantes forman parte de esta postal madrileña a las puertas de la Navidad, aderezada con el olor a chocolate y churros de icónicos locales de restauración y el murmullo incesante de miles de conversaciones abigarradas.

Triunfan, especialmente, los clásicos madrileños; establecimientos de bocadillos de calamares, pastelerías centenarias y bares de tapas, en los que a pie de barra y a leves empujones, los turistas devoran platos de callos y patatas bravas y beben cañas ante el trabajo incesante de los camareros.

También los puestos de lotería, con colas sin fin en algunos de los puestos más reconocidos de Madrid, como Doña Manolita.

Los madrileños disfrutan del Centro en este puente de la Constitución

La mañana de un sábado de puente en Madrid esconde situaciones variopintas, como las miradas de cientos de curiosos hacia un balcón de la plaza Mayor, en el que una pareja risueña celebra su boda entre vítores de “vivan los novios” proferidos por desconocidos que, aunque no están invitados a la ceremonia, comparten la alegría de sus rostros.

Y es ahí, en plaza Mayor, donde se concentran más turistas, opacando a la recién y parcialmente abierta Puerta del Sol, epicentro turístico habitual que, por las obras, es a día de hoy una deslucida zona de paso donde solo permanecen los habituales: mujeres que venden romero, loteros ambulantes, muñecos de Disney conducidos por personas o escurridizos vendedores del ‘top manta’. “Sí, se vende mucho en estos días”, concede escueto y desconfiado uno de ellos, que ofrece pulseras a los viandantes sin perder la sonrisa, a pesar de que sus ojos y oídos, siempre en guardia, vigilan la presencia policial que le vigila a él.

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Una dependienta de un puesto de recuerdos, que accede a hablar sin identificar el nombre del local ni el suyo, afirma que la vuelta a la vida “normal” también ha potenciado la venta de sus artículos.

Carla, una joven de Ciudad Real que ha venido a pasar el puente con su pareja, explica que, desde su última visita a la capital el año pasado, ha notado un cambio en Madrid porque hay “mucha reforma” y “movimiento urbanístico”, así como “mucha gente”. “Se nos ha olvidado completamente el tema de la pandemia”, celebra mientras observa el fin del uso generalizado de la mascarilla. “Si alguien me dice que hace dos años estábamos todos con mascarilla y encerrados no me lo creería”, comenta.

Óscar, que ha venido a Madrid a comer con su pareja desde un pueblo de la región, concuerda con esta visión en la que “parece que hemos vuelto a 2019” y también se congratula de que la gente tenga “ganas de pasarlo bien” y “disfrutar el puente”.