Los pogromos del 9 de noviembre de 1938, anticipo del Holocausto
Los ataques generalizados contra los judíos el 9 de noviembre de 1938, hoy hace 80 años, anticiparon lo que fueron después los campos de exterminio y la confrontación con su recuerdo se ha ido transformando a lo largo de la historia de la Alemania de la posguerra.
La reconstrucción de los hechos, de sus antecedentes y de la manera cómo Alemania se ha confrontado con todo ello a lo largo de ocho décadas es el objetivo de una exposición en el centro de documentación "Topografía del terror".
Las primeras fotos de la exposición están fuera del edificio, al lado de un fragmento del muro de Berlín por encima del cual se ve un edificio típico de la arquitectura de la época nazi que hoy alberga el Ministerio de Finanzas y que durante el nacionalsocialismo fue la sede del Ministerio de Aviación de Hermann Göring.
Las mayoría de las fotos que están fuera del edificio - fundamentalmente sinagogas en llamas- son casi todas del 10 de noviembre de 1938 pero los ataques habían empezado un día antes y los nazis quisieron presentarlos como un acto espontáneo de furia popular contra los judíos.
El 9 de noviembre, ya desde antes de los pogromos, no era una fecha más para los nazis: el 8 de noviembre de 1923 Hitler, en una cervecería de Múnich, proclamó la "revolución nacional". Un día después una marcha con nazis armados debía ser el comienzo del fin de la República de Weimar.
La policía bávara logró reprimir el movimiento en un operativo en el que 15 de los conjurados murieron y a partir de 1933, cuando los nazis llegaron al poder, cada 9 de noviembre se le rendía homenaje a los llamados "mártires del movimiento".
El detonante, o el pretexto que aprovecharon los nazis para desatar los pogromos, fue el asesinato del diplomático alemán Ernst von Rath en París, perpetrado por Herschel Grynspahn como venganza por la deportación de su familia de Alemania a Polonia en una acción ordenada por la Gestapo.
Hitler recibe la noticia de la muerte del diplomático a las 9 de la noche del 9 de noviembre y acuerda con su ministro de Propaganda Joseph Goebbels hacer que la población judía sienta "la ira del pueblo".
Muchos activistas nazis salieron de los actos conmemorativos del 9 de noviembre de 1923 y se dedicaron a atacar a sinagogas y negocios judíos y la policía había recibido la orden de no intervenir.
Tres días después se celebraría una reunión en el Ministerio de Aviación, presidida por Göring, en la que se acordó coordinar en el futuro las medidas contra los judíos.
"No quisiera ser judío en Alemania", dijo Göring cínicamente tras esa reunión a partir de la cual se intensificaron las persecuciones.
La Alemania de la posguerra tuvo al comienzo dificultades para enfrentarse con el recuerdo de la noche de los cristales rotos, en particular, y con el Holocausto, en general.
La primera vez que un canciller alemán habló en un acto conmemorativo del 9 de noviembre fue en 1978 cuando Helmut Schmidt participó en un acto del Consejo Central de los Judíos en Alemania en la sinagoga de Colonia.
Antes tanto la derecha, que no quería confrontarse con el pasado nazi, como muchos sectores la izquierda, que a partir de la Guerra de los Seis Días había asumido una actitud radical contra Israel, preferían eludir la fecha.
La izquierda, y también el gobierno de la extinta de la RDA, hablaba sumariamente de "víctimas del fascismo" y evitaba centrarse en la persecución sistemática a los judíos.
Según una encuesta citada en uno de los paneles de la exposición, en 1959 el 37 % de los alemanes consideraba que sería mejor que no viviera ningún judío en Alemania.
"A finales de los setenta se da un giro radical en la política del recuerdo", explicó, durante una visita guiada, el comisario de la exposición, Ullrich Baumann.
Ese giro fue intensificado en enero y febrero de 1979 cuando la televisión pública alemana emitió la serie "Holocausto". En 1988 se cumplían 50 años de los pogromos y se publicaron cerca de 400 libros y folletos sobre el tema al que se dedicaron cerca de 100 exposiciones.
La caída del muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, le dio una dimensión más a la fecha que ya desde antes estaba cargada significado histórico.
Hoy, la nueva ultraderecha, pide poner fin a la política del recuerdo. Así, por ejemplo, el 9 de noviembre de 2015, en una manifestación del movimiento Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente, una de las oradores, Tatjana Fensterling, pidió poner fin "al complejo de culpa alemán".
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