Casa de Campo | c
(Actualizado

Muchos madrileños conocen la Casa de Campo por sus atractivos Parque de Atracciones y el Zoo de Madrid, que tras el verano siguen activos los fines de semana. Pero más allá de estos puntos de diversión, Casa de Campo esconde muchos más secretos y vida dentro de ella, y es que siendo el parque urbano más grande de Madrid y de Europa (5 veces más grande que Central Park), ¡no pueden ser todo solo árboles y ovejas!

Árboles que, por cierto, están siendo recuperados después de que más de la mitad fueran afectados por Filomena. Y sí, ovejas. Hasta un rebaño de 300 que, incluso, se pueden “adoptar”. Y es que pocas ciudades europeas presumen de que en sus parques públicos paseen estos animales que funcionan como cortacésped y abono natural, manteniendo así alta la calidad del suelo de 1.000 de las más de 1.700 hectáreas que ocupa la Casa de Campo. ¿Estarías interesado en adoptar a uno de estos animales? Quizás te convence, que adoptarles incluye un queso ecológico elaborado con su propia leche.

La Casa de Campo, declarada Bien de Interés Cultural por la Comunidad en 2010, ha sido un lugar de recreo, de prácticas deportivas o de encuentros familiares. Pero no siempre fue abierta a todos los madrileños: hasta 1931 era un coto privado de caza de la Casa Real, cuya propiedad fue trasladada al Estado por la II República.

Y es que el origen del nombre de este lugar se basa en precisamente la costumbre, por aquel entonces noble, de tener una casa en la ciudad y otra en el “campo”; aunque en este caso es más bien un palacete. Fue Felipe II quien, terreno por terreno hasta adquirir toda la finca, la compró a una importante familia de entonces: los Vargas.

Desde entonces la Casa Real siempre ha estado unida a la Casa de Campo, pero nunca lo estuvo tanto como con José Bonaparte, hermano de Napoleón, quien durante la ocupación francesa, y por miedo a una revolución que le pusiera en peligro, construye un túnel que conecta ambos lugares, el cual recibe hoy el nombre de Túnel de Bonaparte. Sin embargo, nunca lo llegó a usar por estos motivos. Pero quien sí la utilizó fue Alfonso XIII para huir tras la proclamación de la II República en abril de 1931.

El día de la inauguración de la Casa de Campo durante esta etapa fue tremenda. Se cuentan en las crónicas del 1 de mayo de ese año que 1 de cada 3 madrileños (300.000 personas) desbordaron el Puente del Rey, que por aquel entonces medía tres veces menos de lo que mide ahora. Uno se ahogó en el Manzanares y 45 resultaron heridos como consecuencia de la euforia de conocer este enorme parque y lanzarse a la caza de liebres y conejos.

En esta misma entrada se observa el nombrado Palacete de los Vargas, que durante la Guerra Civil fue destrozada por bombardeos, dejando bajo escombros espectaculares mármoles y maderas de caoba. Enfrente está la Fuente de la Buena Suerte, la primera que recibe el agua del Canal de Isabel II desde la sierra, consiguiendo llegar a la mayoría de las casas madrileñas en el siglo XIX. Sin embargo, este no es su lugar de origen, fue trasladada piedra por piedra aquí en 1950 después de haber pasado por San Bernardo, Cuatro Caminos y Sol.

Aprender de vinos y miel

Aquí también se encuentra la Escuela de la Vid, donde enseñan mediante cursos de formación profesional, a preparar el mejor vino. Cuenta con dos estadios de viñedos y una bodega capaces de preparar por temporada hasta 4.000 botellas. Además, este viñedo del centro de Madrid también elabora otros productos como quesos y cervezas. ¿Todavía no te han entrado ganas de estudiar aquí?

Además de vino y ovejas, también hay abejas. En el Encinar de San Pedro, reservada al público e incluso al personal del parque, se encierran a miles de abejas que son trasladadas desde la ciudad por la unidad especial de los Bomberos de Madrid. Permanecen aquí durante una semana antes de ser trasladadas a centros de estudio en Guadalajara. Cada vez hay más trabajo, porque el uso masivo de insecticidas está empujando a las abejas fuera del medio rural.

Gastronomía y actividades de Campo

Desde su apertura a los madrileños, en el Paseo de María Teresa se han abierto montones de casetas y restaurantes. Están abiertos todo el año, pero su temporada más concurrida es en primavera-verano. El lago de la Casa de Campo fue reformado recientemente, ha estado vacía hasta el 2019 durante todo un año por motivo de obras.

Otro de los atractivos conocidos pero menos usados por los madrileños es el teleférico, en el Paseo del Pintor. Cumple más de 50 años, y por tan solo 4 euros puedes trasladarte hasta la ciudad en unos minutos. Su punto más alto lo alcanza al atravesar la M-30, ¡hasta 40 metros de altura! Como curiosidad, es un español quien inventa el teleférico: Torres Quevedo. Ahora en los meses de invierno abrirá solo los fines de semana y festivos.

Vivir con vistas al Campo

Los vecinos de Batán deben estar más que contentos con poder vivir frente al pulmón de la ciudad. Estas viviendas son tan demandadas que a veces ni siquiera llegan a salir en oferta. Sin embargo, es difícil aparcar porque los madrileños de extrarradio utilizan las paradas del Metro cercanas como punto de tránsito hacia la ciudad. Pero, ¿y al otro lado de la Casa de Campo? En el estreno de ‘Toc toc… ¿se puede’ de este domingo, programa que muestra algunas de las casas más interesantes y espectaculares de Madrid, visitamos una situada en Pozuelo cuya terraza da vistas directas a este gigantesco parque. Además, no es nada menos que la casa de Sebastián Álvaro, protagonista y director de ‘Al filo de lo Imposible’ de TVE.