‘La Prospe’, barrio de contrastes entre corralas y arquitectura moderna
Desde impresionantes obras brutalistas como las Torres Blancas hasta corralas típicas de Madrid del siglo XVII
PAOLO CHINCHAYHUARA
El distrito de Chamartín es un Madrid tan antiguo como nuevo. El ensanche de la ciudad, en la segunda mitad del siglo XIX, convirtió un pueblo del siglo XIII en una zona de contrastes, con calles bien consolidadas y callejuelas, teatros, museos y vaquerías, además del Auditorio Nacional, la inmensa estación de trenes y el estadio de fútbol Santiago Bernabéu. En uno de sus seis barrios, ‘la Prospe’ (nombre dado por sus vecinos desde 1908), conviven hoteles de última generación y antiguas corralas.
Situado en el sur, junto al de Ciudad Jardín, se trata del barrio más modesto de Chamartín. En el pasado fueron tierras de cierto valor por su cercanía con el distrito de Hortaleza. Todo comienza cuando Próspero Soynard decidió comprar estas tierras, aparcelarlas y venderlas. Albañiles, jornaleros y traperos construyeron aquí sus casas, convirtiendo el barrio en uno de los suburbios del extrarradio de Madrid.
Avenida de América (1953), uno de los ejes que perfila el barrio, fue la primera autopista de España al unir el centro de Madrid con el aeropuerto de Barajas. Se encuentra presidida por grandes y conocidos edificios, como la sede de la UGT, de estilo brutalista; el Hotel Puerta de América (2005) y Torres Blancas (1969), de Sáenz de Oiza, famoso arquitecto español del siglo pasado.
Torres Blancas. Ni torres, ni blancas
La torre, con un avanzado concepto de la arquitectura y el espacio, cuenta con una altura de 81 metros repartidos en 23 plantas. Está considerada una obra maestra incomprendida por la sociedad de España de la época. Del proyecto inicial tan solo se acabó construyendo una sola torre y, en lugar de cemento blanco, se tuvo que usar el gris por ser más barato. Enfrente, muchos madrileños se reunían en la que entonces era la sala Rock-Ola (1984), que convirtió el barrio de Prosperidad en un centro neurálgico de la Movida madrileña.
La calle Príncipe de Vergara es otro de los viales que rodean el barrio y una de las calles más largas de Madrid al atravesar el distrito de norte a sur. En uno de sus cruces se encuentra el intercambiador de autobuses, por donde transitan diariamente cientos de miles de viajeros. Como vial norte, está la calle de López de Hoyos, el cual separa los barrios de Prosperidad y Ciudad Jardín.
'La Prospe' y Ciudad Jardín. Administrativamente separados, vecinalmente unidos
La calle de López de Hoyos fue desde el siglo XVI el camino vecinal de transito diario de mercancía, correos, cosechas, ganado entre Madrid y el pueblo de Hortaleza. Con el inicio del ensanche se revalorizaron las tierras colindantes. También era ruta de carros de basura hacia los vertederos de Albroñigal (actual M-30) dejando tras de sí restos de su carga y del hedor que emanaba.
Aunque los barrios ahora son independientes administrativamente, los vecinos de Ciudad Jardín comparten calles, plazas y comercios. Muestra de ello es que la plaza de Prosperidad está en este barrio, o que el Mercado Municipal (1954) ha sido el enclave comercial de ambos, pese a que Ciudad Jardín tenga un modelo urbanístico más inglés, con más espacios verdes, elemento que Prosperidad está escasamente dotado, aunque los vecinos acuden tradicionalmente al Parque Berlín.
Las casas más castizas
Durante las décadas de los sesenta y setenta se produce la renovación del barrio con la demolición ininterrumpida de los edificios anteriores a la guerra civil por viviendas modernas que ganan en altura, un proceso que ha producido la devastación del patrimonio histórico y arquitectónico del barrio.
Sin embargo, aún quedan pequeños resquicios de las casas de la época, como las casas de vecindad con corredores, con las características propias del viejo Madrid. Diseñadas con balcones interiores unidos entre sí y un patio interior, fue el modelo de edificación de vecindad popular y castiza entre los siglos XVII y XIX. Las corralas fueron inmortalizadas en la famosa novela de ‘Fortunata y Jacinta’, de Benito Pérez Galdós. Ejemplos de esas viviendas que perduran se encuentran en la calle Zabaleta (13), la de Santa Hortensia (12) o la de López de Hoyos (139).
Los vecinos recuerdan con cariño la pastelería Valle de Olid, que estuvo abierta desde los años 20 y cerró recientemente después de que su amado dueño falleciese, dejando tras él un negocio de varias generaciones. También añoran su cine más popular: El Covadonga, reconvertido en un gimnasio y luego en restaurante. Fue pasto de las llamas en 1991, después de que llevase un año y medio cerrado. Sin embargo, Casa Emilio lleva sirviendo vermut y cañas de grifo desde hace 1947.
¿Quieres conocer cómo es vivir en el barrio más “prospero” de Madrid? En el programa de este domingo de ‘Toc toc… ¿se puede?’ visitaremos un piso de de tan solo 50m2 con vistas al icónico edificio de Torres Blancas. Nuestro anfitrión, que es arquitecto, logra apañar este espacio para conseguir la sensación de estar en una casa mucho más amplia.