Vídeo: REDACCIÓN | Foto:Telemadrid
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En el programa 34 de 'Toc toc... ¿se puede?' nos trasladamos al distrito de Chamartín junto a Pablo Dorado. Nuestra invitada nos abre las puertas a su hogar, situado nada menos que en la calle Goya. Gracia y su marido viven en un piso de más de un siglo de historia completamente reformado hace dos años. Necesariamente han tenido que mantener los pilares de hierro originales que sostienen el edificio, aunque agradecen el toque personal que otorga a su casa.

La casa cuenta con un espacio de 100 metros cuadrados, 3 habitaciones y dos baños. Sus elementos más particulares son su vanguardista colección de lámparas, 2 árboles reales preservados, un vestidor hecho a medida y murales recuerdan diferentes lugares del mundo que han visitado por trabajo o en luna de miel.

Su salón antes estaba dividido en dos habitaciones, de aquel entonces se han conservado las molduras originales en las paredes. La reforma buscaba conseguir un pasillo muy largo y amplio que diera acceso a la cocina. La sala está muy bien iluminada, por un lado la cocina da a un patio interior y por el otro lado el salón da a la calle Goya.

Un edificio de toda una vida

Confiesa que en este edificio lleva viviendo toda su vida. Vivía con sus padres en el séptimo, trabaja actualmente en el sexto en un estudio de decoración y ahora se ha mudado al tercero. Gracia es interiorista y además comparte el estudio con su hermana y su madre. De los muebles, muchos son regalos de su boda y algún regalo de sus abuelos.

Una lámpara de diseño de 1.200 euros cuelga del techo del salón. Fue el primer elemento que entro a la casa y juega con la simetría de unos apliques circulares en estas paredes. Los pilares de hierro están junto a las ascendentes de la calefacción que funciona con una central con contadores individuales. Aunque para calentarse suelen usar la chimenea de bioetanol (2.800 euros) en la zona de estar, donde la televisión se encuentra encastrada en la pared con un brazo extensible para orientarla al gusto.

En la cocina cuelga otra lámpara de diseño especial, esta vez con una tira de ledes. La nevera está oculta como un mueble cercano a un beige topo que ofrece la calidez perfecta para jugar bien con el negro. Siguiendo el pasillo llegamos al vestidor, al lado de otro pilar intocable. Cuenta con nueve puertas por abajo y nueve en el altillo que funciona como maletero. Las puertas son de papel imitando la tela. Antes de la reforma, esta zona era un lavadero cerrado que quedó descartado inmediatamente.

Árboles preservados, ideal para los que olvidan regar las plantas

En la casa hay dos habitaciones. En la principal, un árbol preservado, un árbol tratado con una solución de glicerina para que no se deteriore. En las mesitas de noche cuelgan dos lámparas del techo para evitar ocupar espacio. Un atrevido mural pretende recrear un pequeño oasis, un recuerdo en su viaje de novios a Birmania. Un baño conecta directamente con la habitación, decorado con unos intensos lavaderos de cobre que aguantan bien el paso del tiempo.

Para terminar, entramos a la habitación de invitados decorada también con un mural especial: un regalo para su marido en el que están dibujadas unas montañas nevadas que le recuerdan a su deporte favorito, el esquí.