Ginés Marín | Sixto Naranjo
(Actualizado

La ovación tras el paseíllo fue para Javier Cortés. El triunfo del hombre primero y del torero después. Meses de lucha titánica para volver a torear. De pasar varias veces por el quirófano en la búsqueda de una visión que quedó mermada allá por el mes de septiembre 2019. De una reaparición frustrada el año pasado. Por ello, público y compañeros de rompieron las manos en una ovación sentida que recogió emocionado el torero madrileño.

Después, la tarde tuvo un nombre de principio a fin. Ginés Marín. Un torero ‘guadiana’ que este sábado en Leganés mostró su mejor versión. La de torero de clase que puede, y debe, luchar de tú a tú con los de la parte alta del escalafón. No hubo ‘mandanga’, hubo compromiso y buen toreo.

Como hubo interés y muchos matices en una notable corrida de El Parralejo. El recordado Pepe Moya habrá disfrutado desde la andanada del cielo de la bravura del quinto toro o de la clase del tercero y sexto. Nadie se aburrió este sábado en La Cubierta.

El toro de la vuelta de Javier Cortés fue un animal de bastas hechuras al que se fue a recibirlo a portagayola. Firme el madrileño durante toda la faena ante las radiografías que le hacía el toro cuando no estaba pendiente del engaño. No hubo dudas por parte del torero, que le ganó la partida al toro con verdad.

El cuarto fue un salpicado que no tuvo continuidad en sus embestidas. Todo muy desigual. De nuevo prevaleció la asentada figura de Javier Cortés, que dejó naturales de profundo trazo. En ambos toros fue ovacionado.

Román lidió en primer lugar uno de estos toros que embistió ‘gateando’ como dicen los modernos. De clase y ritmo suave en su embestida. Al valenciano le sobraron ganas y le faltó reposo y pulso para conducir con más mimos los viajes que regaló el toro de El Parralejo.

Y como quinto, el premio gordo del encierro del hierro onubense. Un bravo y encastado ‘Barrenero’, muy en Jandilla, al que Román solo quiso ponerle una vez al caballo. Hubo ligazón y largura en los muletazos. Pero faltó el ajuste necesario para dotar aquello de otra verdad. La importante embestida del toro pedía otra rotundidad mayor. Faena larga que concluyó con luquecinas y una estocada caída. La ovación de verdad se la llevó el toro camino del desolladero. La que saludó Román sonó a premio de consolación.

Ginés Marín | Cubierta de Leganés

Pero llegó Ginés Marín y aquello pareció otra liga, otra categoría. El primero de su lote fue un toro de excelsa clase con el que ya puso en pie a los tendidos en la apertura de faena con las dos rodillas en tierra. Un cambio de mano y un pase de pecho todavía siguen en la retina. Ginés se recreó en el temple de su oponente con series encajadas, ligadas, profundas en el trazo. Suavidad y caricia en su toreo.

Las bernadinas cambiando el viaje al toro dotaron de emoción al final de faena. Y una estocada de manual, marcando los tiempos y enterrando el acero por derecho. Las dos orejas cayeron del tirón desde el palco.

Y para cerrar su lote, el sexto, un cuajado colorado de hechuras perfectas que descolgó desde salida y que, con calidad, tuvo la gasolina justa. Pero que mientras duró, embistió con calidad y fijeza. Y de nuevo, un Ginés clarividente y torero. Todo rezumó clase y empaque. Como el inicio rodilla en tierra, llevando muy toreado al de El Parralejo. Después, mientras le duró la correa al toro, llevó toreado y muy acompasado al astado, especialmente por el pitón derecho. Estaba tan agusto el torero que sonó un aviso antes de entrar a matar. La estocada hizo guardia y eso redujo el premio final a una oreja.

FICHA DEL FESTEJO

Leganés (Madrid), sábado 8 de mayo de 2021. 2ª de Feria. Media plaza sobre el aforo permitido.

Toros de El Parralejo, bien presentados aunque de desiguales hechuras. De buen juego en conjunto. Destacó el bravo 5º y la clase de 2º, 3º y 6º.

Javier Cortés, saludos y saludos.

Román, saludos y saludos.

Ginés Marín, dos orejas y oreja tras aviso.