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Fofito, Eva Hache y Pepe Viyuela. Tres maneras diferentes de hacer humor, pero que, cada uno a su manera, han logrado conquistar al público. Este gran trío de humoristas nos ha acompañado en este programa de Madrid, uno de tres millones y nos han contado cómo están viviendo y cómo les han afectado los límites del humor.

Madrid, uno de tres millones: Fofito

Eva Hache asegura que ella nunca se ha autocensurado, aunque reconoce que los tiempos cambian y que “chistes que nos hacían gracia antes, por todo lo que vamos aprendiendo nos damos cuenta de que son más inadmisibles”.

De esta manera, chistes machistas o relacionados con el racismo, frecuentes en otras épocas, se van desechando, no solo porque el público no los tolere, sino porque al propio cómico ya no le hacen gracia.

Ahora bien, esta evolución “forma parte de nuestra historia”, una historia con un presente y un pasado, por lo que “no podemos desdeñar de lo que nos hacía gracia”.

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Sobre la crítica del público y sus comentarios, Eva ha señalado que “la indignación y la opinión personal se han elevado a titular de noticias”. Además, ha puesto el foco en las redes sociales, herramientas que permiten dar voz a todo el que así lo desee gracias a la “inmediatez del altavoz público”.

La cómica segoviana también ha incidido en el papel de los medios de comunicación y en sus nuevas vías para dirigirse a la audiencia.

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“Cada vez los medios de comunicación funcionan más por visitas”, explica Hache, que añade que, para conseguir esas visitas, los medios tienden al clickbait a través de “noticias bastante más amarillistas de lo que estábamos acostumbrados a ver”.

Esta precariedad del periodismo, “que está viviendo un momento verdaderamente dramático”, es uno de los responsables de que “cada uno, desde su casa, acuda a ese pequeño altavoz” que son las redes “para desahogarse”.

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“Hay una paleta muy extensa de colores del humor, del negro al verde, pasando por el blanco”, ha arrancado diciendo Pepe Viyuela.

Esta gran variedad de hacer humor no quiere decir que todo sea válido, y es que “el humor contra los indefensos, contra quien no se puede defender, es un humor cobarde y poco aconsejable. Es propio de abusones”.

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Sin embargo, esto tampoco quiere decir que haya que descartar todo el humor “ofensivo”: “Hay una parte del humor, irreverente, bufonesco, ese que arremete o que critica o que es ácido con el poder, que a mí me parece muy necesario y que incluso resulta bueno que resulte incómodo”, ha expuesto Viyuela.