La tecnología, factor de riesgo en los trastornos de la alimentación: "Hay que girar el foco de lo físico a lo personal"
En los últimos 5 años ha aumentando un 30% la demanda de tratamiento entre los jóvenes
"Los algoritmos generan constantemente mensajes ambiguos y comparaciones, algo que influye en la autoestima", explica a Telemadrid.es la psicóloga de Proyecto Hombre Madrid, Elisa Rodríguez
El porcentaje de jóvenes que han recibido tratamiento por trastornos de la conducta alimentaria se ha incrementado en un 30% en los últimos 5 años, según confirma Proyecto Hombre Madrid, y el uso inadecuado de la tecnología es un factor de riesgo.
Las pantallas son un catalizador de emociones que pueden llevar a los más jóvenes a caer en comportamientos que ponen en riesgo su salud.
“La alimentación es el principal regulador emocional del ser humano”, explica a Telemadrid.es Elisa Rodríguez, psicóloga de Proyecto Hombre.
Las redes sociales muestran constantemente patrones de belleza que destacan únicamente lo físico y promueven comportamientos adictivos.
Los algoritmos refuerzan estos comportamientos generando muchos mensajes ambiguos y comparaciones constantes, algo que influye en la autoestima, explica Rodríguez.
A ello tenemos que sumar el componente adictivo que tienen las pantallas: “los jóvenes están constantemente usándolas y no tienen el filtro puesto”, explica Rodríguez.
En cuanto a la incidencia por géneros, Los TCA afectan tanto a hombres como a mujeres. Aunque la frecuencia es mayor en ellas, cada vez tiene mayor presencia en los chicos.
LA PREVENCIÓN, FUNDAMENTAL
Los trastornos de la conducta alimentaria tienen una naturaleza multifactorial, es decir, no pueden achacarse a una sola causa.
La exposición excesiva a las redes sociales se suma a otros factores de riesgo para contraer un TCA como la ansiedad, la falta de control del impulso, una alta autoexigencia o depresión: “quieren ser aceptados por sus iguales”, subraya la experta.
Por otro lado, este tipo de trastornos tienden a cronificarse y pueden venir acompañados de complicaciones orgánicas como problemas cardiovasculares o endocrinos.
Las personas que sufren un TCA tienen presente el problema de manera constante: "La alimentación es vital para el ser humano, no se puede prescindir de ella como puede ocurrir con otras sustancias adictivas", aclara Rodríguez.
Por eso, la prevención es clave, subraya. “Hay que centrarse en intentar cambiar la forma de relacionarse para evitar los constantes comentarios sobre el aspecto: la sociedad tiene que cambiar el foco de lo físico, girar el foco hacia lo personal”, explica la psicóloga.
Es fundamental que en casa los padres vigilen la información que consultan sus hijos, además de observar cualquier cambio en su comportamiento: irritabilidad, atención excesiva a su aspecto físico o ausencias continuadas a las horas de las comidas.
Ante la mínima duda o sospecha, Elisa Rodríguez recomienda acudir a un profesional especializado en trastornos de la conducta alimentaria: “De esto no se sale solo”, advierte .
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