¿Qué es la Fiebre Hemorrágica de Crimea Congo?: síntomas, transmisión y prevención
La transmisión del virus causante de la FHCC se produce generalmente por la picadura de una garrapata
La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC) es una de las enfermedades trasmitidas con mayor extensión a nivel mundial. Actualmente se considera una enfermedad emergente en países de Europa oriental.
La Consejería de Sanidad madrileña ha activado el protocolo de actuación y aislamiento para atender a un hombre de 74 años afectado por FHCC, tras sufrir la picadura de una garrapata, y evitar así nuevos contagios de esta grave enfermedad.
Siguiendo el protocolo establecido, el afectado ha sido trasladado por efectivos del SUMMA112, con todas las medidas de seguridad necesarias, a la Unidad de Aislamiento de Alto Nivel de Hospital público La Paz-Carlos III, indica la consejería en un comunicado.
Esta enfermedad fue descrita por primera vez en 1944, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando un brote afectó a un grupo de soldados soviéticos en la península de Crimea. Veinte años después, en 1967, el virus fue finalmente identificado y recibió el nombre de virus de Crimea-Congo, basándose en las similitudes encontradas con el virus que afectó a un paciente febril en el antiguo Congo Belga en 1956.
¿Qué es la Fiebre Hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC)?
La FHCC es una enfermedad producida por un virus del género Nairovirus de la familia Bunyaviridae. Tradicionalmente es endémica de África, los Balcanes, Oriente Medio y en Asia en aquellos países situados por debajo de los 50º de latitud norte.
Esto es así porque son los límites geográficos de sus transmisoras más efectivas: las garrapatas. De hecho, la 'Hyalomma marginatum' está bien adaptada a climas secos e incluso desérticos, y se caracteriza por buscar de forma activa a los potenciales hospedadores.
La distribución de la enfermedad está en constante expansión. Varios estudios evidencian que el cambio climático ha contribuido a la dispersión de gran variedad de especies de garrapatas en África, Europa y Asia, aumentando el riesgo potencial de expandir la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.
Las garrapatas no son los únicos seres vivos que alojan de forma crónica el germen de esta enfermedad para la que todavía no hay disponible una vacuna. Los roedores y algunas especies de animales vertebrados tanto silvestres (ciervos o jabalíes, por ejemplo) como domésticos (como vacas, ovejas y cabras) también pueden servir de huésped al virus.
El genoma del virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo consta de tres segmentos: pequeño (S), mediano (M) y grande (L). El segmento S ha sido ampliamente utilizado en estudios filogenéticos, que han definido 6 de 7 linajes del virus, cada uno con un rango geográfico diferente.
Desafortunadamente, se ha demostrado que en España circulan, en animales salvajes, 3 genotipos diferentes (III, IV y V) del virus Crimea-Congo, incluso en la misma área geográfica, por lo que la población humana está expuesta al patógeno.
¿Existe un tratamiento?
El tratamiento de la Fiebre Hemorrágica de Crimea-Congo va dirigido a controlar los síntomas, mediante antitérmicos y a evitar el sangrado.
El fármaco antiviral ribavirina se ha aplicado en el tratamiento de esta enfermedad en humanos en algunos países, pero los ensayos no han obtenido resultados concluyentes.
El favipiravir- sustancia química que se emplea experimentalmente como medicamento antivírico- ha mostrado efectos protectores significativos en algunos modelos animales infectados. Durante la fase aguda, la reposición de sangre y la gestión del equilibrio de líquidos son fundamentales para aumentar la supervivencia.
En ocasiones graves requiere tratamiento de soporte, e incluso transfusión de plasma y plaquetas cuando hay alteraciones de la coagulación.
La tasa de letalidad oscila entre el 3 y el 40% y aumenta a mayor edad (por encima de 60 años) y según otros marcadores pronósticos.
¿Cómo se transmite la Fiebre Hemorrágica de Crimea-Congo?
La transmisión del virus causante de la FHCC se produce generalmente por la picadura de una garrapata infectada. También es posible que el hombre se infecte de forma directa durante el sacrificio y desolladura de animales infectados y también, entre personas, en casos de contacto estrecho con sangre, secreciones, órganos u otros líquidos corporales de los infectados.
El periodo de transmisión de persona a persona comienza con la aparición de síntomas, coincidiendo con la presencia del virus en la sangre, aumentando el riesgo de transmisión a medida que progresa la enfermedad.
¿Qué síntomas produce la FHCC?
Desde el momento de la picadura de la garrapata infectada hasta la aparición de los primeros síntomas, normalmente transcurren de tres a trece días. La manifestación de estos se produce de forma súbita.
La persona afectada suele presentar fiebre elevada, cefalea, malestar general, dolores articulares y musculares, sudoración, síntomas gastrointestinales y/o respiratorios, hipotensión, bradicardia relativa, taquipnea, conjuntivitis, faringitis y enrojecimiento o erupción cutánea.
También puede haber casos en los que se produzca una afectación hepática, renal o pulmonar. La recuperación comienza en torno al noveno y el décimo día tras la aparición de la enfermedad.
¿Cómo se puede prevenir el contagio?
Para prevenir la FHCC se recomienda reforzar la prevención de picaduras por garrapatas en las zonas de riesgo, difundir información sobre las medidas para evitar la transmisión de la enfermedad, y realizar vigilancia activa de la enfermedad en humanos con el fin de detectar de forma precoz posibles casos y limitar su propagación.
No hay evidencia de transmisión de la enfermedad durante el periodo de incubación, en ausencia de fiebre u otros síntomas. Tampoco se ha documentado la transmisión a contactos ocasionales (en transportes públicos o a otros contactos ocasionales no próximos), a partir de pacientes febriles sin otros síntomas.
Hay que evitar el uso de sandalias, siendo más recomendable el uso de botas o calzado cerrado y con los calcetines por encima del pantalón. También emplear repelentes autorizados y mantener protegidos a los animales de compañía cuando salga al campo mediante repelentes externos.
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