Virus del herpes zóster | TELEMADRID
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El herpes zóster o culebrilla es una enfermedad infecciosa que se caracteriza por un dolor intenso asociado a un sarpullido o la aparición de ampollas en la piel, cuyo origen está en la reactivación del virus de la varicela zóster, que queda latente en nuestro cuerpo después de haber pasado la varicela, generalmente en la infancia.

La erupción suele localizarse en la cintura o en la espalda, donde aparece frecuentemente con una forma alargada, como un cinturón (y de ahí viene su nombre de culebrilla), aunque también puede aparecer, con menos frecuencia, en los brazos o en la cara, pudiendo afectar a los ojos, los oídos o la boca.

En la mayoría de los casos, el sarpullido y el dolor desaparecen en unas 2 a 4 semanas, si bien entre un 5% y un 30% de los pacientes continúan sufriendo mucho dolor, que incluso puede persistir más de 3 meses después de que la erupción haya desaparecido. Esta complicación es la más frecuente de la culebrilla y se denomina neuralgia postherpética (NPH).

La neuralgia postherpética se caracteriza por provocar un dolor, constante o intermitente, en los nervios sensitivos, los que se encargan de percibir la temperatura o el dolor y puede ser tan intenso que puede llegar a ser incapacitante. Este dolor puede durar varios meses, o incluso años, y no siempre puede aliviarse con analgésicos. Más del 90% de los casos de NPH que requieren hospitalización ocurren en pacientes a partir de los 50 años.

Otras complicaciones graves del herpes zóster, pero menos frecuentes, serían las pérdidas de visión o de oído, vértigo, zumbidos o una parálisis temporal o permanente de los músculos de una mitad de la cara, así como infecciones bacterianas de la piel secundarias a las ampollas o la afectación del sistema nervioso central.

¿A quién afecta el herpes zóster?

Todo el que haya padecido varicela es susceptible de sufrir un HZ, lo que, a día de hoy, supondría alrededor del 90% de la población adulta. La reactivación de este virus puede ocurrir en cualquier momento, pero es más frecuente en personas con un sistema inmune debilitado por una o varias de las siguientes razones:

  • Edad, especialmente a partir de los 50 años
  • Sufrir determinadas enfermedades
  • Estar en tratamiento con fármacos que afecten al sistema inmunitario (fármacos inmunosupresores).

    Algunos datos sobre el herpes zóster…

    • A lo largo de su vida, aproximadamente 1 de cada 3 personas entre 50 y 90 años desarrollarán un HZ.
    • El 68,8% de los casos de HZ se observa en personas de 50 o más años.
    • La incidencia de HZ es mayor en pacientes inmunocomprometidos, los síntomas y las complicaciones en estos pacientes también son más graves y duraderos.

      Impacto

      El HZ afecta a la calidad de vida limitando la capacidad de llevar una vida normal por la intensidad del dolor y las molestias asociadas. El HZ se asocia a depresión, hospitalizaciones, absentismo laboral y la necesidad de interrumpir tratamientos en determinados enfermos.

      ¿Cómo podemos tratar el herpes zóster?

      El diagnóstico suele confirmarse con el sarpullido en la piel. El virus no puede eliminarse de nuestro cuerpo por lo que una vez que éste se reactiva se prescriben tratamientos para ayudar a curar el sarpullido. Estos antivirales se recomiendan idealmente en las primeras 72 horas de la aparición del herpes zóster y también se recomienda mantener el sarpullido limpio y seco para evitar una infección secundaria en la piel.

      Las complicaciones del herpes zóster, como el dolor de la neuralgia postherpética no tienen cura, y los pacientes reciben tratamientos para el dolor, aunque no siempre son eficaces.

      El herpes zóster no tiene cura, pero es una enfermedad que se puede prevenir. Consulta con tu médico para más información y visita la web www.virusherpeszoster.es