El Madrid de las carracas y matracas y otras curiosidades de Semana Santa
CMT
La Semana Santa en Madrid ha cambiado mucho a lo largo de los siglos y sobre todo tras la entrada del nuevo milenio. Hay muchas diferencias pero la más llamativa es el bullicio que acompaña, no sólo las celebraciones, sino toda la Semana.
El recogimiento y el silencio, en señal de luto por la muerte de Jesús, era la norma antiguamente, hasta el extremo de que no se podía cantar ni silbar, ni hacer ningún ruido por la calle. En el Madrid de hace varios siglos ni siquiera podían circular los carruajes para evitar cualquier ruido que perturbara el obligado silencio y únicamente se permitían las sillas de mano.
No todo era silencio, la banda sonora de la Semana Santa en el Madrid antiguo era interpretada, sobre todo, por dos instrumentos que emitían unos sonidos muy peculiares y más bien molestos: matracas y carracas
Matracas y carracas
Para no alterar el silencio y respetar el duelo, las iglesias tenían prohibido tocar las campanas. Pero de alguna manera debían los párrocos convocar a sus feligreses y que pasaron a hacerlo con matracas, instrumento de madera formado por un tablero y uno o dos mazos. Al sacudir dicho instrumento, se produce un ruido fuerte, seco y bastante desapacible. De ahí que el dicho 'dar la matraca' se convirtiera en sinónimo de 'ser pesado'.
Las matracas de las iglesias eran muy grandes para que el sonido fluyera bien fuerte y hay algunas que todavía las conservan.
No era el único instrumento 'ruidoso'. Las carracas solían ser de madera, aunque había algunas de hierro. En este caso, el palo que sirve de empuñadura termina con unos dientes que golpean una lengüeta de madera cuando se le hace girar. Por Semana Santa, los mozos solían regalar carracas a sus damas y estas las hacían sonar en las procesiones.
Aún había otro instrumento de sonido 'machacón': Las tabletas, formadas por tres tablillas unidas de manera que, al moverlas, se golpean entre sí. Solían utilizarlas los leprosos para avisar de su presencia
El color de las cintas de las palmas de Ramos
'El que no estrena el domingo de Ramos no tiene manos', dice el refrán. Era costumbre estrenar vestido ese día. Eran otros tiempos, la gente más mañosa y con menos dinero y las cases menos pudientes confeccionaban la ropa en casa.
Había más tradiciones en torno al Domingo de Ramos. Antes de ir a misa, los enamorados regalaban palmas a las mozas objeto de su amor y éstas, cuando volvían a casa, las colocaban en las rejas de las ventanas sujetas con una cinta. El color de esta cinta era importante y tenía su significado: si la cinta era de color rojo el mozo podía estar contento porque eso implicaba que su amor era correspondido, si, por el contrario, la cinta era negra, podía ir poniendo sus ojos en otra moza porque esta no le correspondía. El verde no aseguraba pero tampoco negaba, era el color de la esperanza y significaba que él tenía alguna posibilidad
Las iglesias más populares
Entre las iglesias más populares de Madrid se encontraban las de las Comendadoras y la Iglesia de las Calatravas. La primera porque a los oficios asistían los caballeros de la Orden de Santiago; la segunda porque hacían lo propio los caballeros de Calatrava, Alcántara y Montesa. Debía ser todo un espectáculo verlos recorrer las calles con sus llamativos hábitos.
Durante la Semana Santa el luto llegaba hasta las imágenes de las Iglesias, que se tapaban en señal de duelo. Pero el Jueves Santo cada parroquia sacaba lo más lujoso de su orfebrería y lo instalaba en altares junto a sus mejores tapices. Las iglesias de Madrid competían por tener los mejores y más ricos altares.
A la salida de las iglesias se instalaban mesas donde, a cambio de un donativo, damas de la nobleza, entregaban una estampita.
Capirotes
En su origen el ‘capirote’ era una especie de sombrero de forma cónica de cartón que, en el siglo XV, se colocaba en las cabezas de las personas condenadas por el Tribunal de Inquisición. Por si eso fuera poco, se les colocaba una especie de ‘poncho’ de tela que les cubría pecho y espalda y se llamaba 'sambenito' (de donde ahí viene lo de 'señalar' a alguien colocándole 'el sambenito')
Los gorros que llevaban los nazarenos en las primeras procesiones no terminaban en punta. La primera que utilizó el capirote terminado en punta fue la Hermandad de Sn Juan de Letrán y Nuestra Señora de la Hiniesta de Sevilla, en el siglo XVII , ya desaparecidos. Tardó en ser adoptado por todas las hermandades, otras.
La Hermandad el Silencio de Sevilla usaba pelucas hechas de estopa y encima de ella una corona de espinas