El Athletic Club sumó este domingo la tercera Supercopa de España de su palmarés después de vencer (2-3) al FC Barcelona en la final celebrada en el Estadio de La Cartuja de Sevilla, donde el cuadro vasco forzó la prórroga en el minuto 90 con un tanto de Asier Villalibre y se quedó el título con un golazo de Williams en el 93'. Oscar de Marcos había igualado primero el tanto con el que Antoine Griezmann, que metió los dos del Barcelona, había abierto el marcador.
El equipo vasco se encontró con más balón de lo esperado y con un Barça encerrado, como esperando a la contra. Los de Koeman no quisieron el balón y no hubo ni Messi, ni Pedri, ni Dembélé, ni De Jong, ninguno de los argumentos del nuevo Barça de las últimas semanas. Con ello sin embargo tampoco apareció ese Athletic letal en el robo, en la presión, en la salida rápida.
El Barça no fue fiel a sí mismo pero en la primera que tuvo marcó. Tuvo pegada el cuadro culé, pero no supo defender dos veces su ventaja. El 1-0 llegó de la única conexión entre Messi y Alba, con el disparo del argentino trabado en la defensa rival, para que apareciera Griezmann con la caña. Poco le duró la alegría a los de Koeman, ya que en la siguiente jugada casi Williams hizo de asistente de lujo para que De Marcos sorprendiera en el 1-1.
La segunda mitad fue el reflejo de una temporada cargada de partidos. Poco ritmo, casi sin ocasiones, aunque el Athletic llegó a marcar, anulado por el VAR por fuera de juego de Raúl García. Messi disparó desviado una falta pero en el Barça ya no era estrategia, era falta de energía o convicción para hacer frente a un equipo más metido en su oficio, hasta que ese cansancio jugó malas pasadas.
La defensa vasca hizo aguas en la pared entre Dembélé, que se cambió de banda en ese momento, y Alba, y el pase del lateral a Griezmann en el 2-1. Sin embargo, de nuevo el Barça no aguantó la renta y sobre la bocina, a balón parado, Villalibre alargó la final. Al Barcelona le tocó jugarla con los menos habituales, los Pjanic, Braithwaite o Trincao y no cambió su partido plano en ataque.
Messi, con un físico en teoría muy justo para 120 minutos, tampoco hizo milagros y sí un Williams que mandó el balón a la escuadra. Hubo intercambio de llegadas, pero más con la lengua fuera que con remates a portería, y Messi terminó expulsado en el último minuto. Un borrón que tendrá que olvidar para no retroceder en su mejoría y un subidón para el Athletic que saborea la gloria.