Un mapa para conocer las pequeñas tiendas curiosas que hay en Madrid capital
EFE
Con las nuevas restricciones vuelven a cobrar importancia iniciativas como la de Primi Maier y Carlota Heredia, dos amigas y vecinas del centro de Madrid que han creado una página web para dar a conocer pequeñas tiendas curiosas de la capital que luchan por sobrevivir en medio de la pandemia.
"Vivimos en una zona turística de Madrid, con pequeñas tiendas con mucho encanto, pero es difícil acceder a esa información, por lo que pensamos en construir un buscador para encontrar esos comercios tan especiales según el barrio y el tipo de tienda y así aprovechar la necesidad de comprar para conocer una nueva zona de la ciudad y acercarse a las comunidades locales", explica Maier a Efe Maier, una de las impulsoras de masqueunlocal.org.
Es un pequeño amparo ante las pérdidas económicas a las que se enfrentan los comerciantes con las nuevas restricciones, uno de los gremios más afectados junto al de los hoteles y la hostelería, según CEIM, que calcula que el impacto en el sector económico de la Comunidad de Madrid será de 600 millones de euros semanales.
Y que desde las asociaciones de comerciantes, como Amya, señalan que, ya en los últimos días, han sufrido un descenso de las ventas de un 80% con respecto al pasado año.
Por ello, Maier y Heredia, con la ayuda del gremio de libreros, han elaborado un mapa virtual de todas esas pequeñas tiendas, que les ofrecieron sus datos y les contaron sus historias y que, a través de la redacción del cronista de la Villa Antonio Castro, aparecen reflejadas junto con su ubicación. "Dentro de cada comercio hay un elemento de calidez y humanidad que forma parte de su historia, es lo que desconocemos en nuestro día a día, qué hay detrás de esa tienda y también cómo les ha afectado la crisis sanitaria", expone Maier, que señala que ya hay 131 incorporadas en el mapa.
Una de estas reliquias comerciales es 'Como en casa', una pequeña tienda de productos 'bio' en el número 4 de la calle Ruda, en La Latina, una calle muy conocida durante la guerra civil gracias a las "verduleras", unas mujeres que eran "muy castizas" y ofrecían "con mucho salero" sus productos, explica Teresa, propietaria del local.
El abuelo de Teresa reconvirtió en el año 1904 este establecimiento, que era un "cafetín para obreros y vendedores", en una huevería que funcionó hasta la guerra. El padre de Teresa, su tío, su hermano y ella misma nacieron en la casa que tenía acceso a la tienda, que aún conserva el arco que funcionaba como puerta de entrada a lo que era el hogar familiar.
Además, el local conserva una cueva a la que Teresa accede a través de unas empinadas escaleras de madera para administrar la mercancía, que baja mediante un montacargas: "Bajo cinco o seis veces al día a la cueva, ya ves, con 61 años me ahorro el gimnasio", bromea la propietaria, orgullosa de su centenario local.
También tiene una cueva a la que se accede desde una antigua puerta de madera ubicada en el suelo, tras el mostrador, otro de los establecimientos que figura en el mapa de 'Másqueunlocal.org', concretamente, en el número 43 de la calle Toledo. Se trata de la cerería Ortega, que pertenece a los mismos dueños desde el año 1893, pero que ya funcionaba como tienda de velas antes de esa fecha.
El abuelo de José Manuel, el actual propietario, la compró hace más de un siglo, cuando falleció el anterior dueño, y desde entonces conserva la misma maquinaria, "en ese momento revolucionaria". "A día de hoy hacemos las velas con ese procedimiento, que se llama 'a noque'", comenta Silvia, también propietaria, junto con José Manuel.
La cecería también conserva una radio que compraron en los años 70, y una máquina registradora que "aún sigue funcionando, aunque estos días nos está dando algún que otro fallo", repasa Silvia desde este establecimiento, con un envolvente olor a cera de vela, tan característico de las iglesias.
En la parte de atrás de la tienda, donde casi todos los muebles, el suelo y las vigas son de madera antigua, está José Manuel haciendo velas con esa máquina que cumplirá 128 años.
La cerería cerró dos meses a causa del estado de alarma decretado por la pandemia, y desde que abrieron atienden "a dos o tres clientes por la mañana, y otros tantos por la tarde", por lo que ahora lo que están intentando hacer es "sobrevivir", como la inmensa mayoría de los pequeños comercios de la capital.