Las incógnitas que dejó el incendio del Windsor, el coloso en llamas madrileño, siguen sin despejarse diez años después del siniestro, dado que nadie ha sido capaz de determinar las causas del fuego ni explicar las misteriosas siluetas en el interior del edificio captadas por una videoaficionada.
Con 106 metros de altura y enclavado en el complejo financiero y comercial de Azca, a tiro de piedra del paseo de la Castellana, el Windsor comenzó a arder sobre las once de la noche del 12 de febrero de 2005.
Las llamas, originadas en la planta 21, alcanzaron en poco tiempo una magnitud que las hizo incontrolables para los bomberos, que tras intentar sofocar el incendio durante 15 horas dieron por perdido el edificio, entonces el octavo más alto de la capital. Son muchos los recuerdos y las anécdotas que los bomberos que intervinieron en su extinción conservan de aquel día.
"Aún guardo en la mesilla la navaja que me dio Antonio Prado, un compañero ya jubilado que participó en el rescate de una de las parejas de socorro. En medio de los gases y de una nube negra de humo, intentamos sin éxito liberar a dos compañeros de una cuerda guía a la que estaban sujetos", rememora a Efe el recién nombrado jefe de Estudios del Departamento de Formación del Servicio de Extinción de Incendios del Ayuntamiento de Madrid, Rafael Ferrándiz.
"Todos tiramos de las herramientas que llevábamos, pero al ir con guantes y por los nervios del momento éramos incapaces de liberarlos hasta que Antonio dijo que dejáramos esas herramientas tan modernas y tras sacar una navaja patatera, muy tranquilo, acertó a cortar la cuerda", añade.
Con más de 30 años en el cuerpo, Ferrándiz estaba aquella noche de jefe de guardia en el parque de Manuel Becerra cuando recibió la llamada para acudir al Windsor.
La primera impresión que tuvo al llegar fue que si el fuego estaba en la fachada se podría extinguir, pero si era en el interior iba a ser muy complicado porque el edificio, por su antigüedad -se empezó a construir en 1973 y se completó en 1979-, era "muy vulnerable". Recuerda especialmente el gesto que tuvo José Antonio Gómez Milara, de guardia aquel día y que iba en la primera dotación que llegó al siniestro.
"(Milara) Tuvo que ser atendido en el hospital de campaña y al acabar la botella de oxígeno, aunque el médico le dijo que se quedase, volvió a subir porque, según ha contado él mismo, sus compañeros estaban arriba y quería estar a toda costa con ellos y decirles que se encontraba bien", ha relatado a Efe.
El 31 de enero de 2006, el Juzgado de Instrucción número 28 de Madrid sobreseyó el caso al no apreciar responsabilidad penal en el suceso.
La resolución señaló, sobre el origen del incendio, que "únicamente" se pudo determinar "un foco del fuego", situado en un despacho de la planta 21, y que es la dependencia de una empleada de Deloitte -fumadora- que estuvo en el lugar hasta poco antes de sonar la alarma.
El Windsor se encontraba en obras cuando se produjo el siniestro, pero, según el juez, no existen motivos para "inferir relación casual entre aquellas y el siniestro". Nunca se llegó a saber si en el edificio había personas después de que los bomberos decidieran su desalojo.
"Después de mi, supuestamente no quedaba nadie", apunta Ferrándiz, aunque admite que había "montones" de cajas fuertes y que no sería extraño que alguien hubiera intentado recuperar alguna cosa guardada en ellas.
Varias fueron las hipótesis que circularon sobre los 'fantasmas' que aparecían en el vídeo casero, difundido por televisión, que hizo desde un edificio próximo una pareja catalana que estaba de visita en Madrid: reflejos de otros edificios; que habían entrado para recuperar algo que no querían que fuera pasto de las llamas; o que eran bomberos, lo que estos negaron.
La Policía Científica analizó las imágenes del vídeo, en las que se podía apreciar unas figuras humanas que se movían en una de las plantas, y concluyó que no estaban manipuladas, lo que ha dado pie a que continúen las especulaciones.
En todo caso, 10 años después, cerrado hace cuatro el proceso civil del litigio con un acuerdo extrajudicial, una torre cilíndrica acristalada, bautizada Torre Titania, de 27 plantas y 103,7 metros de altura, se levanta orgullosa en el lugar en el que el Windsor ardió un 12 de enero.