Mbappé busca ante el Borussia Dortmund la puerta de la consagración

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Foto: TELEMADRID |Vídeo: Telemadrid

Kylian Mbappé saltará este martes al césped del Parque de los Príncipes por última vez con la camiseta del París Saint-Germain para un duelo europeo. El delantero que ha conseguido todos los récords tiene una deuda pendiente con la grada, a la que sus continuos vaivenes han acabado por despistar.

Su participación decisiva para que el equipo alcance la segunda final de su historia en la Liga de Campeones puede acabar por decantar la balanza en favor de la estrella, antes de que ponga rumbo a otros destinos.

Mbappé no ha ocultado que, antes de abandonar su ciudad natal, le gustaría dejar en sus vitrinas el trofeo que los propietarios cataríes que le hicieron venir a precio de oro hace siete años llevan buscando desde su aterrizaje en 2012.

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Pero los aficionados están algo divididos entre quienes se apenan de perder a un jugador de su talla, una figura de una talla que tardarán años en volver a ver, o los que piensan que su actitud ha debilitado algo al club.

Porque, pese a haberse convertido en el máximo goleador histórico del club, haber liderado la tabla de anotadores de Francia durante seis de las siete sesiones que vistió la camiseta del PSG, haber sido decisivo en la consecución de 18 títulos, el amor de la grada no parece tenerlo asegurado.

La prueba de ello es que el jugador ha sido aclamado cuando ha hecho brillar al club, pero visiblemente abandonado cuando sus prestaciones no han estado a la altura de lo que se esperaba de una figura de su envergadura.

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A sus 25 años, Mbappé puede acabar con esa leyenda de mercenario si contribuye a dejar en París el trofeo más preciado, pero también se arriesga a acabar de forma abrupta su etapa parisiense si ocurre lo contrario.

Aunque su nombre aparece en el dorso de la camiseta más vendida, los colectivos de aficionados mantienen siempre ciertos recelos en lo referente al jugador, lo que simboliza bien la diferencia entre la popularidad de la estrella y el cariño de los hinchas.

A Mbappé le dedicaron su propio canto e, incluso, su bandera, pero nunca llegó a tener entre los aficionados el peso de figuras históricas como el brasileño Rai, el portugués Puletta y, más recientemente, el italiano Marco Verratti.

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Es más, los habituales del Parque de los Príncipes empiezan a tener un nuevo ídolo, la figura del entrenador, Luis Enrique, que está encandilando por su personalidad y fuerza.

El delantero parece estar pagando las continuas dudas que ha sembrado sobre su futuro en el club, que casi han durado los siete años que ha pasado en París, pero que se han hecho más evidentes en los cuatro últimos.

A medida que las fechas de expiración de sus contratos se aproximaban, el suspense que alimentó el futbolista jugó en su contra, porque fue interpretado como un interés personal y como una minusvaloración del PSG.

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La desavenencia es mutua, porque el jugador digirió mal las críticas que le dedicaron en 2019 cuando el club cayó en octavos de final de la Liga de Campeones contra el Manchester United.

Entonces, los aficionados se cebaron con un jugador de 20 años al que exigían mucho porque había sido ya campeón del mundo con Francia y en una incursión en el centro de entrenamiento del club un grupo de ultras ya le gritó: "Vete al Madrid".

Aquel choque marcó su estancia, siempre jalonada por la sombra del club español, que llegó a su cumbre en 2022, cuando todo hacía pensar que el Bernabéu sería su destino y los aficionados cortaron el cordón emotivo con el futbolista.

Esperado por la grada

Tanto es así, que sus cánticos en el campo estuvieron a punto de echar por tierra todo el trabajo del presidente, Nasser Al-Khelaifi, para obtener su renovación, que consiguió aunque a cambio de ingentes cantidades de dinero y de un contrato de corta duración.

Mbappé eligió tener las manos libres y los aficionados lo vieron de nuevo como una falta de arraigo que se ha notado de forma clara.

Sabedor de que los trofeos hacen olvidar, el futbolista es esperado por una grada que espera, por última vez, a aclamarle.

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